En Aguachica (Cesar) sienten lo mismo que en los 18 municipios norteños del Valle del Cauca: un gobierno departamental con la capital en la quinta porra a casi cuatro horas; obras sin consultar a los supuestos beneficiados; no han tenido gobernador oriundo de esa zona; y todos los etcéteras que se nos vengan a la cabeza. Por esas potísimas razones desde hace años -1999- promueven el departamento Sur Caribe, que incluiría al sur de Bolívar y Cesar y parte de Norte de Santander. Euclides Alsina es uno de sus promotores y ya llegó a los medios de comunicación nacionales… lo que no hemos logrado aquí.
Comentaristas de la cadena radial donde escuché ese lamento -algunos oriundos de esa parte de nuestro país- arguyeron razones valederas para apoyar la idea, coincidiendo en que tiene muy hondo sentido geográfico, histórico y cultural: cercanía no solo material sino de identidades entre las partes aludidas, hasta el punto de que la manera de hablar es más parecida entre ellos que con los habitantes de sus respectivas capitales. Se recordó la obra del sociólogo Orlando Fals-Borda (costeño también), “La Insurgencia de las Provincias”, que es la biblia de los que anhelamos el reordenamiento territorial que se necesita con urgencia, lo mismo que los criterios del geógrafo Ernesto Gühl, quien coincide con sus apreciaciones, entre ellas que los ríos no dividen sino que unen, descartando unos límites absurdos que alegan sus opositores con respecto al Magdalena.
Se dijo también que necesitarían el apoyo de un municipio más grande, como Barrancabermeja. Recuerdo que alguna vez se habló de la creación de una entidad territorial que incluyera varios municipios del Magdalena Medio, con ese mismo argumento: este afluente los une, como es el caso del mencionado, de Puerto Boyacá, La Dorada y otros en varios departamentos. La nueva propuesta podría incluir a los que aludió el señor Alsina, quien manifestó que esa creación de Sur Caribe sería con un proyecto de reforma constitucional o a una consulta popular. Aquí quiero reiterar lo que antes he escrito en esta misma columna, en el sentido de buscar otras vías más expeditas. Recordemos.
En la “construcción” de un nuevo orden territorial (y hablando en los términos de los ingenieros constructores) lo práctico es edificar un primer piso, que serían las Provincias, para lo cual solo se requiere una modificación al actual Código de Régimen Departamental con un simple proyecto de ley, que no demora tanto ni tiene las exigencias de una reforma constitucional. Allí se ordenaría la creación obligatoria de Provincias en los departamentos de gran extensión territorial y, sobre todo, población suficiente que amerite esa reforma. La Amazonía y la Orinoquia están prácticamente desocupados. Los maduraron biches, convirtiendo en departamentos a las Intendencias y Comisarías, gastando en burocracia inútil -gobernadores, secretarios de despacho, diputados, contralores- lo que se requiere para la solución de sus necesidades.
El nuevo estatuto departamental debe incluir la manera de dotar de recursos a esas Provincias y se ordenaría que tanto el proyecto de presupuesto como el plan de desarrollo se deben presentar por el gobernador a la asamblea departamental distribuidos en Provincias y esta debe discutirlo y aprobarlo de la misma manera. Y que esos recursos solo se emplearían en la solución de problemas intermunicipales -es decir, provinciales-, como serían: un acueducto para varios municipios; hospital provincial de tercer nivel necesario para acabar con los “paseos de la muerte”; vertedero de desechos para municipios vecinos; universidad pública provincial que facilite la mejor educación de las nuevas generaciones, sin tener que acudir a ciudades lejanas. En fin.
Y después, construir el segundo piso, con la unión de Provincias. Así se armarían las Regiones, que es la otra entidad administrativa aprobada por la Constitución de 1991. Y aquí cabría otro de los cambios sugeridos: la elección de senadores propios, nacidos y residentes en los municipios que integren cada una de esas nuevas figuras, dejándole a las Provincias la de representantes a la Cámara. Ojalá esta rebelión costeña -que empezó en los años 90´s con el recordado Fals-Borda- salga adelante, porque todos ganaríamos.
Coletilla 1: Esperanzadoras las noticias sobre los contagios de la pandemia. De más de 16 mil que hace un mes teníamos, vamos en 6 mil y hubo un día de 4 mil. Ya se habla de volver a barajar para modificar ciertas medidas aconsejadas desde hace un año, como la limpieza de zapatos al regresar de la calle, o la rociada con alcohol de lo que se traiga a la residencia. Hay ya un comunicado público de varios expertos solicitándole al ministro de salud que actualice esas recomendaciones.
Coletilla 2: Pregunto: si el alcalde de Cartago está en México recibiendo una medallita que le premia no se sabe qué… ¿quién organiza la vacunación que “tal vez” comience este fin de semana? Será que como siempre… desde Cali ya le dijeron lo que tiene que hacer.
Coletilla 3: No es raro que los políticos traguen sapos con la excusa de disciplina partidista. Por eso no sorprende la negativa de la mayoría de los senadores republicanos para sancionar a Trump. En esta época de redes sociales lo que ya se supo será tema diario de los gringos y allí se producirá el verdadero juicio. Eso lo saben los jefes de ese partido… que deben estar cruzando los dedos.
Coletilla 4: En Cataluña ya juzgaron a los dirigentes mentirosos. Ciudadanos y el P.P. cayeron estruendosamente en las elecciones de ayer domingo 14 de febrero. Los socialistas ganaron, pero los tres partidos independentistas sumados… son todavía la mayoría. Veremos cómo influye esto en el gobierno español.
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