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Un año después

Las épocas de crisis son propicias para conocer la verdadera condición humana. La pandemia acaba de cumplir su primer año y aunque hay la sospecha de que durará otro tanto, sí se puede efectuar un balance de lo que le ha ocurrido al mundo entero. Creo que son más las cosas para olvidar, porque eso de vivir lo que llaman “la nueva normalidad” no es más que un neologismo descrestador inventado por los especialistas en auto ayudas, que ya se daban silvestres… y que también se volvieron endémicos.

Lo que todos añoramos es que regrese la realidad en la que estábamos, esa normalidad consecuencia del curso de los acontecimientos más o menos lógicos y no la sorpresa que nos cogió con los calzones abajo. Es decir: aquella en la que había una que otra guerra, no muy grande, donde las potencias se mostraran los dientes. Unas luchas por apoderarse de los mercados que consumieran sus productos. Y como para pasar el tiempo, el desfile de nuevas estrellas del espectáculo al lado de las antiguas que aparecen cual fantasmas cada rato… recordando tiempos mejores.

Parece que los medios de comunicación han escogido ese muestreo de las “vedettes” y nos las restriegan un día sí y otro también. Aparecen los nombres -reales o artísticos, es decir sus alias- de unas personas de las que antes ni por el forro conocíamos y, claro, priman las originarias de esas potencias, porque la defensa de nuestra identidad cultural no es fuerte aquí (como en México) y siempre aparece una sumisión a modelos extraños. Basta ver los concursos televisivos que buscan con desespero nuevos divos y divas. O la repetición semanal de películas gringas, incluidas las decenas de muertos y las estrelladas de vehículos que tanto les gustan a ellos.

Pero como para tener la balanza siempre fiel, digamos que parte de la culpa es de lo que por aquí aparece. Es que la calidad -o al menos la novedad- de las actuales figuras de la farándula criolla da grima y uno no distingue quien es quien, ni por la cara y menos por la voz. Son los casos de los cantantes Cepeda, Cabas y Fonseca, que ya les producen mofa a los humoristas de esos mismos medios de comunicación precisamente por eso: su semejanza física y sus voces, que son casi calcadas entre ellos. O de Maluma, Balbin y Yatra, los reguetoneros antioqueños que cantan como si acabaran de salir de una consulta odontológica porque parece que tuvieran sus bocas anestesiadas y no pueden vocalizar correctamente. A todos nos ha ocurrido… pero no exhibimos esa dificultad.  

El encierro inicial y las escasas salidas de los últimos meses nos obligaron a ver mucha más televisión y oir más radio del acostumbrado y, por eso, nos toca recibir esas “informaciones” farandulescas. Afortunadamente (el mundo no se puede detener del todo) también hemos aprendido de política internacional, porque se produjeron hechos que no fueron parte de esa nueva normalidad y, por el contrario, son la continuación de procesos que venían gestándose antes que apareciera el bicho. Las elecciones en Estados Unidos, el manejo en el gobierno de España, la salida de Gran Bretaña de la Comunidad Europea, entre otros, son comprobaciones fehacientes de que -como dice el tango- el mundo sigue andando y cada cual se ocupará de lo que sabe hacer, sin necesidad de “reinventarse” -otra palabra de moda-, aventurándose a meterse en lo desconocido.

Veremos hasta dónde y hasta cuándo esta pandemia permite eso. Los nuevos encierros comunitarios en Italia y otros países europeos -debidos a rebrotes producidos por el cansancio de los ciudadanos que no guardan ya medidas higiénicas, pero también por las nuevas cepas llegadas de otros lugares- nos indican que esta cosa no ha terminado y que faltan por ver más consecuencias. Quiera El Supremo Creador del Universo que la arquitectura que armó… no se derrumbe, que todas las vacunas sirvan porque lo que hemos oido de algunas es bien preocupante. Sería más que paradójico muy trágico que los nuevos fallecidos lo sean por su causa.

Y en Cartago, mientras tanto, miles de usuarios están esperando lo que pueda ocurrir con la EPS Barrios Unidos, que presta sus servicios a la inmensa mayoría de los afiliados al Sisbén. Las acusaciones sobre la calidad de los mismos ya llegaron hasta el ministerio de salud y ninguna entidad recibe sus pacientes, porque los pagos son muy retrasados.

Coletilla 1: El médico Hugo Sánchez Restrepo, fallecido esta semana, fue uno de los más prestigiosos en Cartago. Tuve el honor de ser su paciente hace unos años y por eso me constan su excelente trato y el perspicaz ojo clínico que lo hicieron tan apreciado. Paz en su tumba y mis sentidas condolencias a su familia, en especial a su hermano Jorge que tiene también esa misma sensibilidad humana.

Coletilla 2: Están apareciendo traidores políticos por todo el mundo. Uno de los casos más relevantes es el de tres miembros del partido “Ciudadanos” en Murcia, España, que torcieron su voto en el parlamento de esa comunidad autonómica para detener la moción de censura interpuesta por la mayoría de ese partido que hace parte de su gobierno y por el PSOE, que está en la oposición. Ambos grupos políticos se han aliado para denunciar la corrupción escandalosa, auspiciada por el P.P y esa moción, de haber sido aprobada, conduciría a convocar elecciones allí.

Coletilla 3: Siguen con las noticias sobre el Aeropuerto del Café en Manizales. Todavía es una simple maqueta, a pesar de una que otra de las obras de ingeniería hechas por años y años y que han consumido ya miles de millones de pesos. No obstante las críticas de algunos dirigentes de esa misma ciudad, el gobierno nacional autorizó más desembolsos para metérselos… a ese saco sin fondo. Que orgullo tan pendejo por lo anacrónico.

Nota aclaratoria
Las opiniones de los columnistas son de su estricta responsabilidad y no representan la opinión de este portal.

Gustavo García Vélez

Cartagüeño raizal, bachiller del colegio Liceo Cartago, egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre, ex concejal liberal de Cartago, comentarista público desde hace más de 30 años en medios impresos y radiales.

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