DESDE MI BALCÓN
«Hacía varios días no comía un huevo entero, comíamos arroz y papa, papa y arroz; de vez en cuando algo de vísceras de pollo que son más baratas» estas palabras las dijo una persona con la cual hablé sobre cómo está viviendo este tiempo de pandemia.
Agrego que tiene varios hijos, y le ha tocado «repartirlos» entre sus familiares más afortunados que tienen trabajo para que le ayuden con la alimentación.
Ya deben 3 meses de arrendo porque el señor de la casa no tiene trabajo. Por esta época le tocó salir de la ciudad de origen a trabajar a una finca para poder mandar cualquier peso para la comida.
Me contó que en su pueblo (Cartago) la alcaldía nunca le ha llevado la ayuda humanitaria, y por diferentes razones no ha recibido la ayuda de gobierno nacional.
Esta es el reflejo de muchas familias de Colombia que padecen una de las crisis más terribles de las que se tenga memoria.
Esto lo digo porque a veces somos desagradecidos con lo que tenemos, algunos tenemos trabajo, la comida pese a todo no se nos pierde, pero a esta hora son millones de colombianos los que no tienen trabajo y por tal motivo no tienen comida en sus mesas y la esperanzas de tener trabajo formal cada vez es más difícil.
El popular «rebusque» casa vez será más notorio. Pero también se puede prever que la inseguridad se incrementará pues el hambre obligará a que la gente salga a buscar su sustento así sea delinquiendo.
En fin, pidamos a Dios que todo termine y sobre todo que nuestra solidaridad se incremente para que ayudemos a nuestros semejantes más infortunados.
Necesitarnos impulsar la solidaridad en la humanidad para que aprendamos a compartir de lo mucho o poco que tengamos con aquellos que nada tienen.
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