Que esta avalancha se nos vino encima sin aviso previo y, por eso mismo, llegó sin cartilla – sin manual de funciones- es una verdad de a puño. Por eso produce la sonrisa que se nos sale a todos cuando oímos las pendejadas del tonto del barrio, las críticas que hacen algunos “sabios”, que aparentan tener la verdad revelada (no se sabe si recibida en el mismo Monte Sinaí y por el mismo Dios que le dictó los diez mandamientos a Don Moisés) y que lo único que consiguen es quedar… como los bobos de este paseo.
Por eso mismo -porque no sabemos cómo se combate esto y me generan mucha desconfianza esos “especialistas” de última generación- es que desde que esta vaina comenzó he buscado orientación en otros meditadores que tengan más cacumen que este pobre mortal. Me llegó a mi guasá un video sacado de féisbu (este 23 fue día del idioma y me gusta jugar con mi castellano traduciendo las palabras gringas) de un señor hablando con muchísima propiedad del tema. En 6 minutos y 14 segundos da una cátedra completa, demostrando que meditó profundamente sobre las consecuencias de esta debacle. Quiero ayudar a difundir esta claridad para que sea como una tea que nos ilumine el camino a seguir… en este oscuro túnel.
Son 10 sus conclusiones,que aparecen como los nuevos mandamientos. Comienza por aseverar que se ha abierto una luz de esperanza con el triunfo de la post modernidad, porque ya prima el caos y lo inesperado, que es el fin de lahistoria -ya no cuenta el pasado-, desaparecen las jerarquías y aparece la demolición de los “ismos”, de los profetas que con su ambición y puro bla-bla-bla han tratado de guiar a la humanidad. Como segundo mandamiento nos dice que estamos aprendiendo a mirar hacia dentro de nosotros mismos, a nuestro mundo interior que desconocemos, el “conócete a ti mismo” y aunque eso genera tensión y desazón… a la larga nos conviene. Por eso (como tercero) nos asegura que con esa introspección lograremos la libertad interior al despojarnos de lo innecesario, porque la libertad es escoger… renunciar.
El cuarto: apareció el “otro”… que estaba en nuestra propia casa, son nuestros parientes inmediatos. Desapareció la jerarquía y renace la consideración por los semejantes, al ponerme en las botas del otro. Quinto: se impone la ley mental de lo simple y nos despojamos de lo superfluo, que es el golpe al consumismo. Sexto: comenzamos a valorar más a la naturaleza que me cuida si yo la cuido, porque es nuestra casa y no sólo la de los demás. Séptimo: reinará el humanismo, reiterando que el hombre es el centro del mundo y que todos somos iguales. Octavo: un cambio total de la educación, con un nuevo modelo basado en el goce de los alumnos y no en su dolor. Noveno: también una transformación radical de la economía, con el revolcón total del concepto del dinero y su utilización real en un sistema económico más digno, porque no se soporta más que solo el 10% de la humanidad disfrute del 90% de los beneficios. Y por último: que comenzamos a valorar a la ciencia -la única que tiene las soluciones a esta pandemia- y aparece un nuevo ser humano: el Homo Universalis… que entierra al Homo Sapiens.
En esos 6 minutos largos este señor deja su impronta como pensador. Y cómo le agradecemos que nos ayude a meditar en lo que estamos viviendo, que es un hito histórico. Las anteriores epidemias no alcanzaron a ser pandemias, porque su radio de acción estuvo circunscrito a Europa -como la gripa española- o a África con las diferentes pestes allá aparecidas. Y -digo yo- con total independencia de si mañana se comprueba que esto fue premeditado por chinos o gringos, la verdad es que se produjo… y que sus consecuencias las vivimos miles de millones de humanos en todo este planeta.
Estas enseñanzas deberían quedar por escrito y convertirse en una cartilla de obligatoria lectura en todos los colegios, universidades y hogares. Que todas las noches y con un ejemplar en el nochero, pensemos en esta nueva realidad que se nos vino encima. Que si este bicho llegó sin cartilla… sí lo vamos a despedir con ella. La de este señor, cuyo nombre no aparece en los reenvíos de su intervención.
Coletilla 1: En un completo despelote se convirtió el pago de los servicios públicos en todos los municipios, con la excepción de Pereira, en donde su alcalde se metió la mano al bolsillo (mejor, al del presupuesto municipal) para arreglarle semejante problema a sus conciudadanos, al menos a los de los estratos bajos. En Cartago dan grima las larguísimas intervenciones del alcalde, porque su conclusión después de una hora de pura paja es que no puede hacer nada, porque EmCartago… ya no es de Cartago. Muy parecido a Pilatos, pues. Lavándose las manos.
Coletilla 2: Unánime rechazo al comportamiento de todos los bancos en esta pandemia. Desde el alto gobierno, pasando por el congreso y, lógico, las pequeñas y medianas empresas, lo mismo que los comerciantes, se ha denunciado el completo desinterés de esas entidades que se hacen “los manuelos” ante las urgentes necesidades de quienes también son sus usuarios. Y se está recordando el auxilio que el gobierno les dio hace unos años, cuando la crisis económica mundial los afectó. También sus resultados trimestrales con ganancias de miles de millones de pesos. Ese es el comportamiento típico… del capitalismo salvaje.
Coletilla 3: Dije en mi anterior comentario que en el Minuto de Dios -las cadenas nacionales de televisión lo transmiten diariamente (nochemente, usando otra vez mi juego gramatical)- ya no solo aparece el instrumento del martirio… sino también el mártir. Qué bueno sería que la imagen fuera la del triunfo: su resurrección, como un mensaje de esperanza ante las incertidumbres en esta crisis.
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