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Puro contentillo

Parece que los medios de comunicación social tradicionales -como la radio y la televisión- no se han percatado de que la repetidera de las mismas noticias, diaria y nochemente, ya tiene jarta a la opinión pública. Que ya casi abren los restaurantes, que los aeropuertos están autorizados para funcionar, que los gimnasios ya tienen los protocolos, que los estudiantes irán pronto a sus aulas, etc., etc., etc. Este etcétera lo repiten… hasta en los saludos y las despedidas. (Oigan a Camila Zuluaga en BLU-Radio).

Y al día siguiente los dueños de los restaurantes dicen que no es suficiente para ellos ofrecer unas pocas mesas, que con eso y los domicilios no les alcanza ni para pagar la nómina. Los viajes aéreos hace rato están siendo programados pero todavía no realizados -con la excepción de Bucaramanga a Cúcuta- entre muy pocas ciudades. Los dueños de los gimnasios ya tienen flácidos sus músculos, pues nada que los autorizan para ofrecer a los vanidosos sus pesas. Y ni las mamás ni los profesores quieren enviar o recibir a los muchachos. Todo indica que es un método para darles esperanzas a los ciudadanos, aunque sean sin bases firmes ni estudios serios. En el castellano popular eso se llama “puro contentillo”, como cuando el papá le responde al hijo al pedirle éste plata para el fin de semana: “Ahí vamos viendo”. Así decía el mío… con una cariñosa sonrisa burlona.  

La única que desde un comienzo ha dicho las cosas con toda verdad -aunque no guste- es la alcaldesa de Bogotá. Con el cierre del aeropuerto El Dorado “se paró en las de atrás” por varios meses y solo ahora está diciendo que esa apertura será muy lenta para no tenerlo que volver a cerrar. Y esa manía de estar cambiando de opinión todos los días viene desde más alto. Acaba de publicar El Tiempo este fin de semana un informe de no sé quien, en el sentido de que el tal bicho se puede contagiar… desde cinco metros. Ya no son suficientes los dos metros, cuento que nos vendieron por cinco meses. Como también cambiaron la instrucción inicial de ponerse tapabocas solo en el caso de estar con síntomas de gripa, cuña que todavía pasan por un noticiero de televisión. Ahora aconsejan casi dormir con ese pedazo de tela en la boca.

En las llamadas redes sociales ya se leen comentarios de todo el mundo, expresando su cansancio por estas contradicciones. Y esto está motivando que la gente se rebele, respuesta muy lógica cuando no hay normas claras porque las ideas son confusas de por sí… o porque a propósito las enredan. Esa indisciplina social puede ser la explicación de lo que ha sucedido en ciudades como Medellín o Bucaramanga, que en un comienzo tenían cifras bajas de contagiados. Con manifestaciones irresponsables como la del alcalde de Medellín, quien dijo que el 70% de los ciudadanos se van a contagiar, lo único que logró fue la disparada de esos contagios. Porque uno compara cifras con lo que ya sucedió en Europa: por ejemplo España, con un número de habitantes casi igual al nuestro, en donde si esa afirmación fuera verdad los enfermos hubieran sido treinta y cinco millones… y llegó sólo al 1% del total de su población.       

En conclusión: ese síndrome de la chiva -peste característica del amarillismo periodístico- está logrando que los ciudadanos les hagan pistola hasta con los dedos de los piés… y no le den tampoco el contentillo a esos irresponsables que publican cosas sin estar plenamente confirmadas. Las noticias falsas, que parecían ser cosecha exclusiva de las redes sociales, se han tomado ya los medios de comunicación considerados como serios y confiables antes de esta pandemia. Y aquí sí que está haciendo falta el chapulín colorado con su famoso: chanfle… y ahora ¿quién podrá defendernos?

Coletilla 1: Y hablando del alcalde de Medellín, con su reciente comportamiento al desconocer a la junta directiva de la E.P.M… mostró el cobre. Las buenas maneras obligaban al menos una reunión informativa, sobre todo teniendo en cuenta que sus integrantes pertenecen a esa clase cívica tan caracterizada en el buen manejo de los asuntos públicos de la capital antioqueña. Este burgomaestre quedó como un gamín, como el mismo muchachito que vendía caramelos en las laderas de las comunas de Medallo. Es que el buen trato, la decencia en el comportamiento… no se vende en los supermercados.

Coletilla 2: Que los ojos son el espejo del alma se ha dicho siempre. Y los del primer mandatario en su cansón y repetitivo programa diario, reflejan ya cansancio, agotamiento… y hasta desilusión. Pero la mirada que más me ha impresionado es la de la foto en la reseña hecha por el Inpec como un preso más a su jefe y mentor. No sé cómo calificarla, cómo interpretarla: si de desespero, ante lo que para él debe ser una humillación inaceptable para su rango. O la de un mensaje de revancha. Lo que no puede ocultar… es su evidente deterioro físico. Y yo no me alegro de las desdichas ajenas.     

Coletilla 3: En reciente publicación de elexpreso.co se dice que el gerente del aeropuerto Matecaña acepta que este campo aéreo sí corre riesgo. Muestran aerofotos del derrumbe de la vía La Romelia-El Pollo que pasa por un lado de la pista, pruebas muy contundentes que no se pueden negar. En mi artículo anterior sugerí que el aeropuerto Santa Ana fuera propiedad de Armenia, Manizales, Pereira y Cartago por partes iguales, convirtiéndolo en Aeropuerto Internacional de Carga y de Pasajeros y que los que ya funcionan en las capitales vecinas siguieran con sus vuelos domésticos. No se trata pues de esperar a que cierren el de los pereiranos. (Tampoco disfruto con los problemas de ellos.) Y menos… de alquilarle a la vecina ciudad el nuestro con opción de venta. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

Nota aclaratoria
Las opiniones de los columnistas son de su estricta responsabilidad y no representan la opinión de este portal.

Gustavo García Vélez

Cartagüeño raizal, bachiller del colegio Liceo Cartago, egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre, ex concejal liberal de Cartago, comentarista público desde hace más de 30 años en medios impresos y radiales.

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