Se confirmó la predicción formulada en mi artículo de la semana pasada: la minga indígena le hizo un juicio al presidente de la República… y dictaron sentencia anticipada en su ausencia. Además, mostraron una silla vacía que le tenían lista al “reo”. Dicen ellos que en su tradición existe lo que llaman juicios ancestrales, que les deben hacer a todos los que “se las deben”.
Este comportamiento es irracional. Y esto no es un insulto, sino la definición exacta de una manera de pensar y de actuar que no se corresponde con la más elemental lógica. No voté por el actual primer mandatario y en esta misma columna he hecho críticas -hasta con sarcasmo- a su manera de gobernar. Pero una cosa es una cosa… y otra cosa es otra cosa. Fue elegido sin ningunas dudas y eso hay que acatarlo, como también se tiene que respetar su dignidad de presidente de Colombia.
Ese procedimiento de los aborígenes (tan parecido a una moción de censura) es inadmisible, porque las leyes colombianas que también cobijan a los integrantes de esta y de todas las mingas que puedan aparecer, ordenan que no se le pueden hacer esa clase de juicios al presidente. Tales debates solamente están autorizados para los ministros. Semejante comportamiento de los indígenas no ayuda para nada -y por el contrario, entorpece- la búsqueda del necesario entendimiento entre todos los colombianos.
Y que se mantenga esa terquedad no obstante las explicaciones que les dieron hasta la saciedad, demuestra una de dos cosas: que el esquema mental heredado de sus mayores es inmodificable, que no han evolucionado a pesar de cinco siglos de contactos estrechos (y hasta mezclas) con otra cultura. O que es a propósito, para sostener intacto un estado de cosas que los puedan distinguir permanentemente del resto de sus compatriotas e impida que sean absorbidos. En ambos casos eso se parece mucho… a un ego hiperinflado.
Con estas mentes cuadriculadas se exhiben igualmente otros sectores en nuestro país. Como una cantaleta cansona, por todos los medios de comunicación social se escuchan desde hace seis meses frases como: “use bien y siempre el tapabocas”, “lávese las manos cada tres horas y durante 30 segundos”, “mantenga una distancia de por lo menos dos metros con otra persona”, “no participe en aglomeraciones humanas”. Y sin embargo todos los días esos mismos medios denuncian -con la misma cantaleta- que hay mucha indisciplina, que una buena proporción de los ciudadanos no cumple con estas sencillas recomendaciones.
Por ejemplo: los maestros no quieren las clases presenciales dizque porque se pueden contagiar pero… convocan y participan de manifestaciones multitudinarias que protestan contra el gobierno. Y los representantes de los comerciantes organizados, haciendo pucheros, reclaman el porqué a ellos no les permiten reuniones de más de 50 personas. Infantil comportamiento, como de niños mimados que patalean y chillan porque… al otro le dieron un helado más grande. Y en este punto sí hay diferencia -y mucha- con la praxis indígena. Su paciencia también es atávica, como las actitudes pacíficas, sin más armas que sus propias peticiones. Las buenas maneras, a pesar de su terquedad, son ejemplo para los bárbaros que aprovechan las protestas para desahogar sus frustraciones que tienen explicación -en el mejor de los casos, aunque no justificación- porque las cifras del desempleo y del hambre son reales y no un invento de la extrema izquierda.
El enredo entre la posición del gobierno y la de la minga tuvo, afortunadamente, una buena mano amiga por parte de la anfitriona de ese desplazamiento hacia la capital de la República. La alcaldesa de Bogotá demostró una vez más sentido común y ofreció los recursos de los que pudo disponer para que esos visitantes se sintieran bien atendidos, al menos en los aspectos logísticos que no en los de las peticiones, porque no corresponde a un alcalde solucionarlas. Y el agradecimiento de los indígenas también quedó patente: dejaron limpios los sitios en donde pernoctaron y marcharon, que cuidaron como si fueran propios. Buen ejemplo… y un contundente mentís a esa extrema derecha que predijo catástrofes con esta marcha, a pesar que en la del año pasado tampoco las hubo.
¿Es imposible armonizar esos diferentes esquemas mentales, esas variopintas maneras de entender y afrontar los problemas que tenemos los colombianos en este siglo 21? Los sicólogos tienen la palabra, porque los historiadores suficiente tiempo han empleado para recordarnos lo que pasó… hace 500 años.
Coletilla 1: Es tan mala la compañía de la extrema derecha -tan nefasto su contagio- que en España los godos moderados como los del Partido Popular ya se dieron cuenta. El jueves la moción de censura al gobierno de Don Pedro Sánchez propuesta por los fachos del partido Vox, solo consiguió… un estruendoso fracaso: 52 votos por el sí contra 298 por el no, incluidos los del P.P. que no solo descartaron retirarse del debate sino que votaron por la estabilidad del mandatario. El jefe de los reculantes demostró que es un… fra-Casado. Buen ejemplo a seguir por estas latitudes.
Coletilla 2: Siguiendo con este “informe internacional”, el debate Trump-Biden ratificó lo que ya es evidente: las abismales diferencias entre ambos. Un mentiroso compulsivo (ya le tienen la cuenta de todas), irrespetuoso y abusador con las mujeres, racista perseguidor de las minorías y un largo etcétera, de un lado. Del otro, un político serio y capacitado, que no tiene ninguna de las anteriores máculas. Se espera que los gringos y los inmigrantes no se equivoquen otra vez, porque ese país es ejemplo y de allí salen muchas modas… hasta en lo político. Los gobernantes de Inglaterra, Brasil y Filipinas son las pruebas.
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