El día de hoy, la Iglesia Católica y el pueblo colombiano lamentan el fallecimiento del Cardenal Pedro Rubiano Sáenz, quien dedicó su vida al servicio religioso y pastoral en Colombia. A los 91 años de edad, el Cardenal Rubiano deja un legado de compromiso con la fe y la comunidad.
«Los restos mortales del cardenal Rubiano Sáenz reposarán para siempre en la Catedral de Bogotá, en la capilla de Nuestra Señora de los Dolores«, agregó la información dada a conocer por la Arquidiócesis de Bogotá.
El Cardenal, oriundo de Cartago, Valle del Cauca, nació el 13 de noviembre de 1932, en el hogar de Pedro Rubiano y Tulia Sáenz. Desde temprana edad, demostró su vocación religiosa y dedicó su vida al servicio de la Iglesia.
Durante sus 68 años de sacerdocio, el Cardenal Rubiano ocupó diversos cargos pastorales en varias diócesis del país. Fue obispo de la Diócesis de Cúcuta y arzobispo de Cali antes de asumir el cargo de arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia en 1994, una posición que mantuvo hasta su retiro en 2010 por límite de edad.
Además de su labor pastoral, el Cardenal Rubiano se destacó por su compromiso social y su apoyo a iniciativas de ayuda humanitaria. Durante su tiempo como arzobispo de Bogotá, creó el Banco Arquidiocesano de Alimentos, una obra que ha beneficiado a millones de personas en situación de vulnerabilidad.
Como líder de la Iglesia en Colombia, el Cardenal Rubiano presidió en tres ocasiones la Conferencia Episcopal y desempeñó un papel activo en el Consejo Episcopal de Latinoamérica. Su labor fue reconocida por el Papa Juan Pablo II, quien lo nombró cardenal en el consistorio de 2001.
El legado del Cardenal Rubiano se extiende más allá de sus funciones eclesiásticas. Fue un defensor de la paz y la reconciliación en Colombia, como lo demuestra su iniciativa para crear la Comisión de Conciliación Nacional en 1995, destinada a buscar soluciones políticas al conflicto armado en el país.
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Su partida deja un vacío en la Iglesia y en la sociedad colombiana, pero su legado perdurará en las obras de caridad y en el ejemplo de servicio desinteresado que dejó a las generaciones futuras.
La Conferencia Episcopal de Colombia eleva sus oraciones por el eterno descanso del Cardenal Rubiano y agradece su dedicación y servicio a la Iglesia y al pueblo colombiano. Que su memoria sea un faro de inspiración para todos los fieles.
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