Con miras a las próximas elecciones aparecen todo tipo de estrategias algunas cuestionables, especialmente por personajes que salieron de sus curules o cargos oficiales dejando manchas indelebles de su oscura o malograda gestión.
Pero vuelven a la carga tratando de lavarse la cara, prometiendo el cielo y la tierra esperando que el pueblo haya olvidado su proceder y les facilite su reencauche.
Otros parecen micos de la política que saltan sin mayor reparo de árbol en árbol político, incluso traicionando sus principios e ideología, sin importar Hoy Barreras.
Algunos con inhabilidades insalvables o buscando herederos, acuden a la tercerización designando familiares o personas dóciles y manejables para actuar libremente detrás del trono.
Seguiremos viendo de todo incluida la compra venta de conciencias, pero esta vez les será más difícil porque el sufrimiento derivado de la pandemia, las frustraciones y promesas incumplidas, nos hará más analíticos en la asignación del voto. Porque hay que ejercer este derecho, no hacerlo les facilita las cosas a los corruptos y tramposos. ¡A escoger bien!
En lugares donde se han entronizado familias y clanes, preparan e imponen sus sucesores. Pero esta vez también les será difícil especialmente si el antecesor no mostró los resultados esperados ante una comunidad cada vez más frustrada por el incumplimiento reiterado de las promesas de campaña, sus programas de gobierno y señales de corrupción.
Serán las viejas maquinarias locales tratando de conservar el poder a través de testaferros políticos y otras burdas estrategias contra el descontento generalizado y también desorganizado.
Nombres atractivos con enfoque mercadológico no bastan ante tanto escepticismo, ahora se impone la franqueza y decisión, aunque la gente ya no cree en nada ni nadie, pero sigue en aquellos no comprometidos, conservando la esperanza de un sincero arrepentimiento de esos viejos líderes o el surgimiento de nuevos verdaderamente jugados en la lucha contra el desempleo, la inseguridad y la corrupción.
Estos 3 factores a mi juicio son fundamentales para disminuir también otro derivado importante como la pobreza, que a su vez alimenta buena parte de la inseguridad ciudadana. La lucha contra la corrupción no puede ser un eslogan de campaña. De tanto usarse así se ha desacreditado, más cuando no se vuelve propósito permanente, o se abandona con el logro de un poco de poder.
El asombroso crecimiento de un nuevo y desconocido candidato presidencial se debe en buena parte a su discurso reiterativo de acabar con los corruptos, quitarles las chequeras y tantos privilegios, palabras que a todos nos suena bien, menos a esos bandidos. La esperanza sigue viva, pero las dudas persisten. ¿Será verdad? ¿Persistirá en este propósito? ¿Es un nuevo engaño? ¿Está untado…? Muchos interrogantes por el poco conocimiento del candidato. Si existiera la certeza del cumplimiento de sus planteamientos, se llenaría de votos, como sucedió con el conejo de la consulta anticorrupción del 26 de agosto de 2018, pues estamos mamados con esta plaga.
Lo malo del cáncer de la corrupción es que se expande por todo el cuerpo de la sociedad, contaminando hasta sus miembros básicos fomentando la ladronera. Recuerdo a mi abuela materna diciendo: vaca ladrona no olvida el portillo. Y el portillo que más asombra incluso en las campañas políticas, es el que se roba hasta los propios principios.
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