La experiencia traumática vivida en Colombia y el mundo desde marzo de 2020 a raíz de la pandemia, indudablemente ha afectado rutinas, actitudes, conceptos, creencias y demás, de individuos y comunidades en diferentes maneras.
Formas no usuales de trabajo, negocios, reuniones, y hasta las maneras de saludar e interrelacionarse se transforman rápidamente.
Lo digital toma una fuerza extraordinaria, que obliga incluso a los mayores a un proceso de alfabetización acelerado si no quieren quedar aislados y relegados hasta en actividades rutinarias del día a día. Algunas entidades y dependencias ya solo atienden por la web, consultas procesos y pagos.
A su vez estas debilidades e inexperiencia las aprovechan los cibercriminales para hacer su agosto, como lo relaté en el artículo Delincuencia Oportunista de este medio informativo.
Lo grave es que los ladrones tradicionales y los de cuello blanco se auxilian también de estas herramientas, en un proceso de descomposición social que hasta los simples responsables de actividades básicas no pierden la oportunidad de sacar beneficios indebidos.
Pero la gente no es boba y a punta de golpes, engaños y experiencias va aprendiendo aquello de que al perro no lo capan dos veces. Esto seguramente será muy palpable en el año electoral próximo, donde se espera una mayor participación de la juventud y un análisis más racional de candidatos y propuestas por parte de las comunidades.
La economía a raíz de la crisis vivida será muy importante pues lo que más se quiere es empleo, seguridad, honestidad y transparencia unidos a una lucha frontal contra la corrupción que nos desangra.
Un estado liviano, austero y eficiente que realmente aplane la curva de su crecimiento administrativo, invirtiendo en equidad y justicia distributiva, generaría y recuperaría mucha de la confianza perdida. Esto se aplicaría también para los gobiernos regionales y locales que en primer lugar deben priorizar sus gastos, invirtiendo sus recursos siempre escasos en áreas que multipliquen su efecto social como el empleo digno. Es mejor dar oportunidades de producción y desarrollo que solo el pescado ocasional en mesa.
Se encuentran contradicciones y poca planeación en muchos proyectos, para no hablar de los numerosos elefantes blancos y frustraciones. Por ejemplo, gran error el haber suspendido en regiones alejadas los quioscos digitales que suministraban un servicio de internet precario, pero muy útil en zonas rurales ante el fracaso del Mintic con Centros Poblados que pretendía dar conectividad al campo, hoy en veremos. Contradictorio pedir a emprendedores campesinos, que buscan auxilios, la disponibilidad de un internet inexistente. Además de la gran dificultad en el diligenciamiento virtual de complicados formatos, aún para personas experimentadas.
La pandemia cambió muchas cosas, pero también es necesario cambiar procedimientos haciéndolos sencillos y de fácil acceso para todos, garantizando la transparencia e igualdad de oportunidades.
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