Tenemos nueva ministra del interior. Es de ancestro costeño y como tal se supone que hace parte de ese combo de rebeldes oriundos de la Región Caribe (liderados por el anterior gobernador Verano De la Rosa) que han sufrido toda la vida el fastidioso centralismo cachaco… como el de su antecesora. Ha demostrado una franqueza que me gusta -aunque no esté muy de acuerdo con algunas de sus tesis-, una voluntad de conseguir aquello en lo que cree y una capacidad de trabajo a toda prueba. Su nombre: Alicia Arango.
Y han sido esos costeños contestones los que con su empeño han logrado hacer avanzar a la tortuga paralítica y en muletas que se llama ordenamiento territorial. No dudaron (a través del diario El Heraldo de Barranquilla) en editorializar contra la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial -L.O.O.T.- cuando fue aprobada después de años y años y tal vez por eso el entonces presidente Juan Manuel Santos la sancionó en Cartagena. “Nos pusieron conejo” fue el título de ese editorial. Pero siguieron presionando y lograron que se expidiera otra norma que aclara y concreta algunos conceptos en la modificación del mapa político administrativo de nuestro país, ampliando la autonomía de las Regiones cuya creación posibilita hasta convertirlas en entidades territoriales -R.E.T.- y no solo administrativas y de planeación -R.A.P.-, de las cuales ya han sido conformadas cuatro.
Pero sí hay que “barajar y volver a repartir” porque, tal y como hoy lo ordena la Constitución Nacional, esas Regiones se tienen que constituir con dos o más departamentos, se supone que completos. Sin embargo, las realidades de esta Colombia del siglo 21 nos muestran que otra cosa es lo que corre por debajo de los puentes. Que hay, por causa y razón de los procesos de migración que se han dado por más de un siglo, porciones de muchos de los actuales departamentos que tienen casi todos sus vínculos socio-económicos, históricos, culturales y hasta geográficos con los vecinos, como es el caso de nuestro Norte, integrado con 18 municipios liderados por Cartago.
Bueno… ya arrancamos. Esperamos que los que aquí son dirigentes (o creen serlo) entiendan -y ojalá bien rapidito- lo que nos viene pierna arriba: a solo 400 metros de la sala de recibo de nuestra casa, el Parque de Bolívar, se acaba de consolidar una Región… sin nosotros. Y eso trae consecuencias que tenemos que evaluar desde ya todos los norteños: proyectos de desarrollo en vías, turismo, ecología, educación, empresariales, en los que -por ahora- no figuraremos y ni siquiera nos tendrán en cuenta, a pesar de que nos respirarán en la nuca.
Este medio de comunicación anunció en la semana que pasó que los directores de dos de esas RAP (la Pacífico y la del Eje Cafetero) se reunieron en Armenia para comenzar a hablar de proyectos conjuntos, máxime teniendo en cuenta que varios municipios de nuestro Norte hacen parte del Paisaje Cultural Cafetero. Y vea pues. La capital del Quindío es la nueva sede de la Región vecina y entonces Pereira perdió esa auto calificación de ser “La capital del Eje”. No pasó de ser un pajazo mental del anterior alcalde. Pregunto: ¿quién de nuestro Norte fue siquiera invitado a esa reunión? Porque se supone que esa relación es por la cercanía con nosotros… no con Cali.
A los demás pobres mortales -como el que “susquihabla”- nos queda la tranquilidad de, al menos, haber cumplido con estas advertencias en nuestra condición de ciudadanos preocupados por el futuro de la tierra en la que también nacieron nuestros antepasados. Esa responsabilidad se la heredamos a ellos… y la hacemos valer. Que consten, pues, los varios escritos sobre el tema en estas páginas web (y en todos los medios de comunicación social que me lo han permitido desde hace décadas), porque nunca he sido “politólogo de cafetería o de banca de parque”. Y que valga para la historia la invitación hecha en mi artículo de la semana pasada a los actuales alcaldes recién posesionados para que se apersonen de este asunto, trascendental para nuestro futuro. Pero hasta ahora, ni fu ni fa. Vamos a ver cómo se comportan cuando, “empronto” (quien quita) Alicia nos entregue al final de su mandato… un país de maravillas.
Por estas razones es que estoy dándole un margen de credibilidad a la nueva ministra. Es que uno no reniega del ancestro de un día para otro. Y como la reglamentación de la Ley de Ordenamiento Territorial ratifica -de manera muy clara- esa otra posibilidad de la reaparición institucional de las antiguas Provincias, me parece que por allí podría entrar Alicia en el corazón y en la mente de todos los provincianos, que en este país somos mayoría. Tengo confianza en que ella esté convencida de que la descentralización solamente llegó hasta las capitales departamentales… y allí permanece durmiendo el sueño de la injusticia. Solo habría que darle un buen empujón y esto se lograría haciéndole entender que en la periferia de Colombia estamos todavía esperando que alguien nos comprenda.
Coletilla: Solo una sonrisa sarcástica -y hasta sardónica- producen algunas series de televisión. Por ejemplo (y es la única mosca en el vaso de leche) la denominada “Las ausentes” que transmite TeleCafé. Su director no entendió que esa programación es para difundir obras que diviertan, que entretengan a los televidentes, como han sido las otras. Este señor ha creído que con ella se va a ganar un Óscar de Hollywood y, por eso, la producción raya en la bobada: primeros planos que muestran solo los ojos, cuando no es la imagen difusa de quien actúa, porque el enfoque de la cámara se centra en un afiche chimbo. Diálogos que no se entienden, porque son unos susurros. En fin, pretendió crear una obra de arte… y se quedó en las meras cáscaras.
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