La reflexión sobre la triada cine, teatro y televisión es entrañable pero a la vez complicada. Sin duda, la existencia del cine, muy anterior a la televisión y su continua apelación a textos dramáticos, a lo largo de la historia, ha favorecido este análisis.
De igual modo son bien conocidas las viejas rencillas entre estos tres medios, como las diatribas de algunos puristas del arte, quienes menosprecian a la televisión por considerarla demasiado comercial; o los apocalípticos, que creyeron que con la llegada de la pantalla chica y el cine, estábamos ante el fin del teatro. En muchos espacios de discusión, parecen ya haberse superado tales visiones, que no corresponden a un mundo que ha pasado de lo multimedial, a lo intermedial y ahora, lo transmedial.
Pero tal vez, en lo que ninguna investigación se adentra, además de que se sale de los cánones académicos, es la historia secreta de los sentimientos que envuelven esta relación tormentosa, como lo son todos los tríos amorosos.
Siempre me he preguntado si Shakespeare hubiese nacido en la modernidad, se sentiría atraído por el cine o la televisión, como le pasó a grandes actores de nuestro tiempo como Chaplin, Marlon Brando o Al Pacino; o casos más cercanos como le sucedió a Luis Fernando Montoya o Jhon Alex Toro, hoy reconocidos en el séptimo arte y en la caja mágica, quienes hicieron sus primeros pinitos en grupos de teatro Pereiranos.
Edilsa Beltrán es una bogotana que, al igual que lo hicieron en los años ochenta Álvaro Bayona y Eduardo Chavarro con el teatro La Parca, se trasladó de la capital a Pereira porque creyó que era el lugar más apropiado para sacar adelante su proyecto cultural. Hace cuatro años llamó a su amigo Luis Eduardo Arango para que fuera la cara famosa, la carta de presentación, que atraería a muchos talentos incipientes hasta su escuela de artes escénicas, Pandora.
Aunque el camino fue más espinoso de lo que se lo imaginaba Edilsa, se ha mantenido en su idea de sacar adelante su empresa teatral, aún en momentos donde solo se ha matriculado una persona. Ese estudiante es Jonathan Cardona, quien hoy hace parte de la televisión colombiana en producciones como Comando Élite e Hilos de Sangre Azul, que está por estrenarse.
Por ese alumno, Edilsa confiesa que valió la pena tantos sacrificios, deudas y dolores de cabeza. Su tesis de que en la capital Risaraldense hay talento a la espera de ser explotado, se cumplió con Jonathan y en pocos días también con María Camila Duque, una actriz de 12 años que protagonizará una película que por estos días se está rodando en nuestra ciudad.
El teatro es tantas cosas al mismo tiempo que no se puede encasillar en una denotación unívoca, es poliédrico, pero además transversal e hibrido, porque no representa sino que crea realidades, transforma vidas, puede ser el fin pero también el principio.
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