¿Recuerdan el frenesí que se desató para la compra de papel higiénico, luego de anunciada la pandemia de Coronavirus?
Pues me puse a buscar alguna información sobre las prácticas de higiene que el ser humano ha realizado a lo largo de los tiempos hasta aprender el uso del papel. Dicen que el termino higiene viene de Higia, la diosa de la curación en la mitología griega pues era la diosa, además de la curación, de la limpieza y la salud.
Ese simio erguido que somos, luego de bajarse de los arboles a caminar el planeta no es que haya sido muy limpio que digamos. Las prácticas de higiene son realmente nuevas.
De sacarse bichos unos a otros en las cavernas y darse un chapuzón de vez en cuando, la medicina y la magia fueron haciendo del baño, en los seres humanos, una forma de liberarse de las enfermedades del cuerpo y del alma ya que algunos médicos recomendaban este para liberarse de los padecimientos.
“El baño fue visto como remedio contra la enfermedad: los había de tierra, para combatir la tuberculosis; de hojas de abedul, contra el reumatismo y la hidropesía; baños de heno, o de saúco, contra el dolor de huesos. Y se recomendaba, como norma de higiene general, lavarse las manos, la cara y el cuello; algunos pueblos, como el judío, hicieron del lavatorio de manos antes de las comidas, y del baño en las mujeres tras el periodo menstrual, preceptos de obligado cumplimiento”, señalan algunos textos.
Luego el olor del cuerpo empezó a preocupar a la humanidad y aparecieron los baños aromáticos que atenuaban un poco ese olorcito maluco que siempre nos ha acompañado cuando las prácticas de higiene son pocas o nulas.
Luego irían surgiendo los baños públicos y las bañeras y quien sabe cómo sería la que usaba Arquímedes que le permitió descubrir el principio que lleva su mismo nombre y que despertó en él tal euforia que todos en el mundo sabemos que salió empeloto a la calle gritando ¡Eureka!, la primera palabra en otro idioma que aprendimos, y que significa “lo he encontrado”.
Pero como este asunto es sobre el papel higiénico hemos de saber que antes de su invención el hombre usaba hojas de árboles y agua. Y aun hoy en los paseos al campo cuando llevamos mucho que comer y beber pero se nos olvida el papel higiénico tenemos que recurrir a la madre naturaleza para que sus hojas cumplan ese oficio.
Señalan algunos historiadores que en la antigua Roma se practicaba la limpieza que dista mucho del papel pero que servía para lo mismo: “Una esponja amarrada a un palo y sumergida en un balde de agua salada estaba a disposición en los baños públicos. Los usuarios compartían la herramienta, con la que se «refrescaban» la retaguardia.
Según otros, los colonos norteamericanos, más prácticos y afanados, prefirieron las mazorcas de maíz y según los relatos “hasta bien entrado el siglo XVIII”.
En Hawái, cuentan que se utilizaban las cortezas de coco; y hasta no hace ni mucho que digamos, periódicos y revistas iban a parar a las letrinas y no propiamente para la lectura.
Señalan los cronistas que hacía “1867, dos hermanos estadounidenses, llamados Edward y Clarence Scott, consiguieron popularizar en Estados Unidos el uso del papel higiénico, gracias a que ofrecían el producto en pequeños rollos”.
También parece ser que aquellos iníciales papeles para limpieza del trasero no eran tan suaves, hasta que la empresa de un tal Andrew en el Reino Unido, introdujo hacia 1942 un papel en dos capas con una fibra “más “gentil” al tacto”. Dicen algunos que los chinos fueron los primeros que utilizaron papel en hojas para llevarse al baño en el siglo VI d. C y desde aquella época, hasta hoy, no hemos parado de usar el papel higiénico que se ha convertido en un artículo de primera necesidad, a tal punto que con esto de la Pandemia de lo primero que se llenaron los carritos de compra fue de montañas de papel higiénico antes que de comida. ¿Sería que pesábamos que el Covid atacaría con diarrea?
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