La identidad de un pueblo es el sustento básico de la nacionalidad y de la cultura de ese mismo pueblo; pero esa identidad, aunque arraigada profundamente en la psique popular, es en su piel muy frágil y susceptible a los embates de la globalización actual, y eso se aprecia y se siente en todos los niveles y aspectos de la cultura.
Colombia, como país de regiones, no es una nación en sí (salvo cuando juega la selección Colombia); lo que la hace más vulnerable a la penetración económica y tecnológica determinada por la globalización, al desarrollo de los países ricos y al tsunami cultural que arrasa con todo lo vernáculo.
Nuestros niños y jóvenes conocen más de otras culturas que de la nuestra, en especial la de los Estados Unidos, que se jacta de ser el país de la libertad y del sueño americano, pero que solo representa la apología exacerbada del consumo de drogas, de la violencia y de toda clase de vicios y de perversiones, de la destrucción de la familia y de la espiritualidad, del consumismo desesperado de toda clase de cosas, lo que nos convierte en esclavos del dinero y de la moda.
Trabajamos solo para comprar cosas que se producen en los países del norte y que terminan convirtiéndose en basura al poco tiempo. Todo esto con la complacencia de los gobiernos y de los medios masivos de comunicación, todos al servicio del mismo amo: Wall Street.
Hablar de nación es herir los oídos de los amos del mundo, que solo buscan que la globalización nos convierta a todos en ciudadanos del mundo, en otras palabras, gente sin identidad y, por lo tanto, manipulables fácilmente.
Incluso, hablar de nación entre nosotros, los colombianos, se ha vuelto un tema tabú. Pero eso no debe asustarnos. Hablemos de la nacionalidad Paisa.
Los paisas de Antioquia, de Caldas, de Risaralda, de Quindío, del Noroeste del Tolima y del extremo Norte del Valle del Cauca (e incluso de amplias zonas de Chocó y sur de Córdoba) conforman una sola identidad cultural, diferente a las del resto de los colombianos.
Y aunque el Quindío es el único departamento Paisa en su totalidad (ya que ni Antioquia, ni Caldas, ni Risaralda lo son), la cultura Paisa es la dominante en la región Paisa (disculpen tanta repetidera). Pero la cultura Paisa está en peligro de ser arrollada por la globalización y el consumismo extremista.
Empecé este artículo hablando de nacionalidad y luego hablé de la nación Paisa, algunos pensarán: pero… ¿De qué está hablando? Pues estoy hablando de que los Paisas debemos vernos como una nación y actuar en ese sentido, desligarnos de ese autoritarismo centralista de Bogotá y de sus perversas políticas de desarrollo económico que solo nos hunden más y más profundo en la pobreza económica y cultural.
Hablo de que Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío, el Noroeste del Tolima, el extremo Norte del Valle del Cauca (no todo el Norte del Valle) y algunos municipios chocoanos y cordobeses, deberían fijar una postura nacional frente a Colombia, ya sea como región autónoma o país independiente, de lo contrario nuestra cultura desaparecerá en beneficio de las grandes multinacionales que impulsan un nuevo orden empezando por el concepto de ciudadano global que no es más que otro nombre para la masa esclavizada por el dinero y el consumismo.
Es tan fuerte la sangre de la nacionalidad que incluso Tolima, cuyo noroeste es Paisa y en su capital, Ibagué, la mayoría de los ciudadanos descienden de Paisas, que ya ingresó a la RAP Eje Cafetero, atraída por lo que debe ser: la Nación Paisa.
En este Norte del Valle del Cauca o, más precisamente en el extremo Norte del Valle, la cultura Paisa es la dominante y por lo tanto debemos buscar dos cosas, una es independizarnos del Valle del Cauca y conformar nuestro propio departamento, cuyo nombre debiera ser el de Departamento de Quimbaya y dos, unirnos a la RAP Eje Cafetero (unión que ya existe en la práctica) buscando esa nacionalidad Paisa a la que pertenecemos.
Y, para aquellos que aún se preguntan: pero… ¿de qué está hablando? Solo una frase: La Nación Paisa apenas está naciendo y el futuro nos dará la mano.
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