No estoy de acuerdo en creer que el aumento en las ventas de vehículos nuevos sea un indicador del crecimiento económico en Colombia, como muchos lo interpretan. Un 60% al 65% del mercado estimo corresponde a vehículos importados. ¿Qué nivel de empleo local se podría generar en este caso? Y menos en el caso de los usados hoy con gran demanda.
Respecto a los ensamblados en Colombia, el porcentaje de autopartes de origen nacional es minoritario, y lo será cada vez más por la mayor incorporación de elementos de alta tecnología, nuestro atraso en esta área y las exigencias de la casa matriz, que buscan preservar su imagen y el retorno de su plusvalía.
Los carros integralmente importados, además de desempleo nos trasladan problemas espaciales al país fundamentalmente en nuestras ciudades que han crecido sin mayor planeación urbana y deficitaria estructura vial. Siempre atrás de las arrolladoras dinámicas sociales y con contradictorias medidas paliativas que inducen a agravar los problemas.
Tiempo laboral o de descanso perdido por las congestiones y deficiencias en el transporte público, pico y placa con restricciones en la movilidad cada vez más exigentes, sin compensaciones por los pagos e impuestos causados por nuestros vehículos, que supuestamente nos dan esos derechos, como el de rodamiento. Y los que tienen posibilidades adquieren vehículos extras que evaden las restricciones, agravando la situación. Se atacan las consecuencias y poco las causas que las provocan. Hasta se escuchó que para evitar estos inconvenientes se aconsejaba venderlo. Un patrimonio básico de la familia colombiana junto con su casa de habitación, conseguido para quienes lo logran, con grandes esfuerzos y sacrificios, como corresponde al común de los ciudadanos.
Y se ven casos cuestionables de ciudades que se van volviendo pueblos por la miopía, eso espero, de sus dirigentes. Por ejemplo, apreciadas formas y espacios internos sacrificados por decisiones prácticamente unilaterales e inconsultas, en zonas consideradas patrimonio comunitario como son sus parques principales centrales, cuando abundan los huecos en las calles y parques periféricos abandonados o ausentes. Se estrechan las arterias y se pronostican infartos viales, con la disminución de turistas y clientes motorizados para los vendedores y negocios de estas zonas, siempre afectados, en regiones de alto índice de desempleo estructural.
El flujo vehicular necesariamente aumentará en todo el territorio nacional, pues su indicador actual que no supera la cifra de 100 vehículos de uso familiar o turismo por cada 1000 habitantes es muy bajo con respecto a países como Chile y Argentina aún con menores habitantes. Lo saben los fabricantes y ensambladores lo que significa mayor oferta para satisfacer la demanda creciente. Unido a la promoción e incentivos oficiales para adquirir vehículos eléctricos o híbridos. De los primeros ya tenemos unos 5000 y de los segundos alrededor de 18.000 unidades a septiembre de 2021, registrados en el RUNT.
Según la organización Andemos, en Colombia se matricularon 250.497 carros nuevos en 2021 a pesar de la situación crítica vivida, superando en un 32,8% al 2020. Pero aún falta mucho para superar cifras históricas en ¨condiciones normales¨
Lo que me recuerda el cierre de artículo sobre esta temática publicado hace años en el Diario del Otún y en ciudadregion.com: No hay camas para tanta gente ni……..vías para tantos carros.
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