El sentido común es el menos común

DESDE MI BALCÓN

Hace mucho tiempo escuché este dicho popular: “El sentido común es el menos común en el ser humano” y cada día que pasa veo que es verdad.

En esta época de pandemia, cuando se dice que pico más alto de contagio está por llegar, la gente se lanza a la calle.

Claro, esto se debe en gran parte a la necesidad de buscar el sustento para sus familias, por eso se arriesgan, o nos arriesgamos.

En esta época se ha demostrado que los campesinos nos han dado la tranquilidad de la comida en nuestras mesas, ellos nunca pararon y siguieron cultivando. Pero el Estado tiene firmados tratados de libre comercio con otros países desde donde importa comida en detrimento del campesino local.

El sentido común diría que habría que brindarles a los campesinos todas las posibilidad y garantías para que su trabajo sea productivo, y no como ahora que en muchas ocasiones trabajan a pérdida.

Pero la realidad es que las políticas internacionales, ni siquiera las políticas locales, dejan que nuestra agricultura progrese. Nosotros podríamos ser potencia mundial en la producción de comida, pero los intereses de las corporaciones trasnacionales y los “pulpos” económicos nacionales mandados por esas corporaciones no dejan que seamos prósperos en el campo.

Cuando escribo esta columna, me digo a mi mismo: esto no sirve de nada. Es “votar pólvora en gallinazos” esto no lo va a leer nadie con poder de cambiar las cosas, pero al mismo tiempo pienso que de pronto alguien podrá interesarse, o al menos hago un ejercicio de desahogo.

Con esta pandemia, donde es muy probable que regresemos a la cuarentena obligatoria, nuevamente serán los campesinos que nos ayudarán produciendo la comida que de alguna forma y en algunos casos por “milagro” llegue a nuestras mesas.

El campo es nuestra salvación, es el presente y el futuro, pero las políticas agrarias del país son como la canción de la mona de la costa: Ciegas, sordas y mudas.

Por eso digo que el sentido común es el menos común, y menos en política.

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