A solo dos meses de iniciada la reapertura económica gradual en Colombia, con la cual arrancó, de manera paulatina, el fin de la cuarentena, el país registra cifras avanzadas de muertes por COVID-19.
Cerca ya de cuatro mil muertos y más de cien mil contagiados, de los cuales, la mitad se ha recuperado, indican un índice de mortalidad cercano al 5 por ciento. Ahora mismo, América es un “incendio”; el foco mundial de la pandemia; arde en el “fuego” del coronavirus.
En el sur del continente y en casi toda América, los gobiernos imitaron la política de Donald Trump, frente a la disyuntiva: Salud o economía.
Para el capitalismo, especialmente para los gobiernos, es primordial mantener la estructura económica en pie. En el fondo, ellos consideran que su obligación como gobernantes, es responder por la economía de los países, manteniendo vigente el modelo económico que nos rige.
Frente a esto, en nuestro caso, la muerte de más de cuatro mil personas y la quebrantada salud de más de cien mil, entonces, poco importa. Pero a medida que la pandemia avanza, el porcentaje de muertes y enfermos crece y podría hacerlo hasta alcanzar el doble, o, hasta más, en el peor de los casos.
Los centros de las principales ciudades del país “hierven de gente. Hay manifestaciones multitudinarias y los servicios de transporte masivo, masivos son.
Lo sucedido en China, origen del virus, Italia, España y Estados Unidos, principalmente, nos indica que la acción del virus se puede extender en todo el territorio nacional, incrementándose en los municipios, hasta hoy, de baja afectación.
Así las cosas, para los diez últimos días de julio, según cálculos conocidos, la pandemia estaría alcanzando su pico más alto, a la par de la total reapertura económica.
Gústenos o no y a la luz de lo anterior expuesto, la alcaldesa mayor de Bogotá, Claudia López, tuvo la razón, cuando expuso, enérgicamente al gobierno nacional, la urgencia de solucionar el problema que veía llegar, ante la escases de respiradores artificiales en los centros de salud capitalinos, cuyas UCI, ya alcanzaban el temido nivel del 75 por ciento de ocupación.
Con seguridad, sabe ella, que la economía de un país es su mayor patrimonio. Un sistema económico bien estructurado es lo que le sostiene.
Sin embargo también sabe que de la humanidad, el mejor patrimonio es su vida. Y podemos levantar en cualquier momento, una economía caída, o reemplazarla por otro modelo; pero nunca podríamos levantar de nuevo, una sola vida perdida por esta causa, que podría ser la de cualquier colombiano
Lo que temía la alcaldesa era que, como sucedió en Italia y España, al llegar en Colombia los picos o el pico de la pandemia, en los cuales, de acuerdo a informes, ya vamos entrando poco a poco, las UCI se convirtieran en tiendas de campaña. Ni que decir, la manera en que esto incidiría en el número de bajas en estas “tiendas”, en los días de guerra contra el coronavirus.
Nadie quiere estar en ese tanto por ciento de víctimas potenciales; ni los niños, ni las personas adultas, ni los adultos mayores.
Es por esta razón que los ciudadanos de Bogotá, en este momento, pueden estar tranquilos, pues Claudia López, ha dado muestras de responsabilidad y buen tino, en esta emergencia, para cuidar de la salud y la vida de sus ciudadanos.
…Y no soy Lopista…
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