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¿Nostradamus… o Juan Evangelista?

Con lo sucedido este fin de semana en Cataluña, México y Chile los apocalípticos deben estar regodeándose. Porque las imágenes que vimos en los noticieros de televisión (que son, al menos para mí, mucho más confiables que las tales redes sociales, porque se juegan su credibilidad) parecieron confirmar esas creencias de algunos en las profecías de Nostradamus o en las revelaciones de San Juan Evangelista: que este mundo se va a acabar.

Es que lo sucedido en Chile, en donde un simple -y tal vez necesario- aumento del precio del trasporte en el metro de Santiago produjo una inexplicable, por lo exagerada, reacción ciudadana. O lo que pasó en México, por el acto de entrega del gobierno nacional al querer de unos mafiosos con el pretexto de salvaguardar la vida de los habitantes en una de sus más peligrosas ciudades. Más la repetición en Cataluña de lo acontecido hace ya dos largos años y que se suponía superado por lo explicado, esto es, que la vocación independentista es solo el querer de apenas una parte de su población, tal vez minoritaria. Todos estos sucesos hacen pensar en que esta civilización está, por lo menos… patas arriba.

Aunque todos los días se producen protestas, como en Francia con los cascos amarillos; o en Inglaterra, con las manifestaciones a favor o en contra de su salida de la Comunidad Europea; o en Hong Kong, que hace respetar su independencia de China (para mencionar solo estos tres casos), lo de Chile, México y Cataluña se sale de toda lógica. Pareciera que como lo dijo el apóstol más amado de Jesús, el anticristo se apoderó de este mundo. Y me parece ver a la congregación de damas católicas volear camándula y repetir como un mantra los mil jesuses. Los apocalípticos de todos los pelambres tienen ahí un tema para sus premoniciones.

Y hablando de predicciones, ya se comienzan a oir también las de los “sabios” que, cual loras mojadas, pontifican acerca de quién ganará la alcaldía de su ciudad, cosa que solo se sabrá el próximo domingo y una hora mínimo después del cierre de las elecciones. Porque si las encuestas, hechas por firmas más o menos especializadas en esos menesteres, han fallado en por lo menos la mitad de las ocasiones en que fueron contratadas, con mayor razón lo que se augura pensando solo con el deseo, con el corazón y sin la razón. Claro que es apenas explicable que algunos tengan su propia cuenta… aunque sea chimba.

En el caso de mi ciudad, las cosas sí tienen una más o menos certeza que se explica por lo sucedido en la campaña para la alcaldía. Y es que a la mano negra, que intentó detener y hasta sacar del juego al ingeniero Benjamín Agrado Restrepo… le salió el tiro por la culata. Y la consecuencia es muy lógica: los ciudadanos independientes (que son la mayoría, porque los empleos en la alcaldía no alcanzan) se pueden inclinar por el injustamente perseguido. Y aquí no estoy pensando solo con mi corazón, que está con él, sino que lo explico con razones que pueden ser no solo sicológicas, sino hasta sociológicas: el sentimiento de elemental justicia prima en la voluntad de los seres humanos.

Veremos, pues, el próximo domingo si la mayoría de los ciudadanos quieren que Cartago entre en una nueva etapa de su ya casi cinco veces centenaria existencia, eligiendo a un cartagüeño de cepa, independiente y con carácter, lo que es plena garantía de que quien regirá los destinos de la ciudad será él y no otra persona entre bambalinas. En mi opinión, esas dos son las cualidades que más atraen del ingeniero Agrado Restrepo, porque se sabe a ciencia cierta quién será el que tome las decisiones luego de los necesarios consensos con la comunidad y no con los politiqueros. O lo que es peor: que reciba órdenes de sus jefes, porque él no los tiene y su compromiso será con los votantes, que también le darían su respaldo al programa de gobierno que inscribió en la Registraduría junto con su nombre.

Y hablando de su programa de gobierno, es comprobable que es el mejor porque su diagnóstico es certero y, además, porque contempla la manera de obtener los recursos que lo hagan aplicable para solucionar los más graves problemas de nuestra ciudad. Esta es la principal crítica hecha en todo el país a estos programas de gobierno: que parecen contratados con extraterrestres, que ni siquiera hablaron con el candidato y no cuentan de dónde sacarán los recursos. Es decir que, como lo dijo Suso en su programa: muchos candidatos son solo aprendices y hasta apéndices… incluyendo algunos que aspiran a regir los destinos de Cartago.

Esperemos que los nostradamus criollos (inclusive los juanevangelistas autóctonos) no hayan podido traducir correctamente las revelaciones, profecías, predicciones o como quiera llamárselas, que vaticinan el fin del mundo. Y, claro, mucho menos el de Cartago, que es eterno… y no han podido acabar las últimas administraciones municipales.

Coletilla: Parece que el premio Nobel de Literatura le castra a sus ganadores el ingenio. Esto sucedió con García Márquez, a quien luego solo le fluyeron historias -casi historietas- menores. Y ahora con Vargas Llosa, cuya más reciente obra, “Tiempos Recios” (Penguin Random House, octubre 2019), que es calificada como novela pero no pasa de ser un novelón de chismes de los gobiernos en la Guatemala de los años 50´s del siglo pasado. Para mi caletre, su mérito consiste en que revivió recuerdos de mi niñez, cuando compraba ejemplares de Life en español y en una de sus portadas apareció Arabella, hija del presidente Jacobo Árbenz, obligado a renunciar ante las presiones de Estados Unidos por haberse enfrentado a la United Fruit Company, la misma que convirtió a varios países de Latinoamérica en “repúblicas bananeras”.

Nota aclaratoria
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Gustavo García Vélez

Cartagüeño raizal, bachiller del colegio Liceo Cartago, egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre, ex concejal liberal de Cartago, comentarista público desde hace más de 30 años en medios impresos y radiales.

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