Todos lo sabíamos. ¡El mundo estaba patas arriba!
A lo largo de nuestras vidas hemos sido testigos de la vuelta que comenzó a dar el orden social en el mundo, por lo menos desde los años sesenta, a la época. Pero, más exactamente, a partir del año 2.000.
Con el advenimiento de un nuevo milenio, el mundo empezó a desequilibrarse.
La energía con que entró el nuevo milenio, reforzada por la de un nuevo siglo, sacó todo de su sitio. No estábamos bien parados.
Para que mencionar las fallas innumerables que causaron el caos en nuestra sociedad, si todos sabemos cuales fueron. El coronavirus llegó al mundo, en el peor momento de la humanidad; en su decadencia moral.
El Dueño de La Vida y de La Muerte, nos envió un mensajero.
Ese mensajero ha causado dolor y miedo, porque, infortunadamente, es el único ‘lenguaje’ que ‘escuchamos’ los humanos, absortos en el mundanal ruido. Aún así, pocos advierten el mensaje y de ellos, pocos están dispuestos a admitirlo; y es más ni siquiera perciben que esto es obra de una Inteligencia Superior.
En su defecto, teorías van, teorías vienen: que todo comenzó por culpa del “exquisito”! paladar chino: Ingestión de murciélagos ; Que por zoonosis: se comen la carne y beben la sangre del pangolín, un animalito salvaje que se comercializa en oriente ; que fue provocado o se suscitó por accidente, en un laboratorio científico de Wuhan; y la más descabellada y que viene tomando fuerza: Bill Gates y su 5G, que “pretende dominarnos a través de la vacuna contra el COVIDV – 19”
Pero cualquiera haya sido el medio, esta fue provocada por el Altísimo.
De repente, con el confinamiento, el mundo se detuvo en seco. Las labores de la industria y del comercio pararon; motos y carros a los parqueaderos; Escuelas, colegios y universidades cesaron. No más espectáculos públicos, ni artísticos ni deportivos: el mundo confinado en los hogares. Nadie en las calles; solo un silencio expectante, pero confortador.
Entonces, el mundo cambió.
La Madre Tierra comenzó a dar muestras de recuperación y la humanidad, empezó a reflexionar; nos replanteamos, el trabajo, la educación, la relación familiar; la relación sexual, el egoísmo; la falta de solidaridad, etc. Entendimos la importancia de la empresa para el trabajador y del trabajador para la empresa y sobre todo la necesidad de gobiernos justos. Gobiernos que extiendan su mirada hasta los confines de las ciudades y mantengan al país, sano y fuerte en sus finanzas y ministerios.
Como a través de una película didáctica que proyectara un maestro, el Creador nos ha mostrado a cada uno, qué está mal con nosotros; qué está mal con el mundo. Hemos comenzado a revalorarlo todo: costumbres; actitudes; normas y sistemas laborales y educativos. En fin, la necesidad de adoptar un nuevo orden social.
Sin embargo, pocos quieren cambiar, ya sea i en lo personal o como sociedad.
¿Como creer que solo a alguien más inteligente que nosotros, se le pudo ocurrir idea tan perfecta?
A la cabeza va el capitalismo salvaje ¿A quien le importa el planeta ?… sus estertores, que anunciaron lo inimaginable y durante dos décadas nos mostró inútilmente, con toda clase de fenómenos, que era el momento de parar su explotación irracional.
La pandemia nos hace sentir impotentes, atemorizados, expectantes
Ahora mismo Sur América, amenaza con convertirse en un “incendio” a causa del “fuego” del coronavirus. Por más que salgamos a sostener la economía, terminaremos encerrados nuevamente. Esto nos lo muestra la experiencia vivida por Chile y Japón. A pesar de la disciplina que caracteriza al pueblo nipón, estos y los chilenos, han salido para nueva cuarentena, por causa de un rebrote de la pandemia.
Así las cosas cuando toda la fuerza laboral posible, de Colombia, en el momento, esté en su pico, la pandemia estará en el suyo.
El encierro nos ha mostrado la necesidad de un cambio radical en todos los órdenes de nuestra vida; de normas que se ajusten a la nueva realidad que vivimos.
Se necesitan ideas; nuevos diseños técnicos del sistema laboral del pueblo trabajador, que permitan sostener un porcentaje de la economía del país, y a la vez, permitan al trabajador más tiempo para resguardarse del enemigo.
¡Cuantas cosas están cambiando y van a cambiar por cuenta de la pandemia!
No solo deben venirse cambios en nosotros, como individuos y como sociedad, sino que también han de venir cambios en lo político. Deben aparecer gobiernos que no se crean dueños del estado; que acepten el rol de administradores y trabajen para beneficio de los verdaderos dueños: el pueblo entero; no solo para una mitad.
El país necesita contar con ciudadanos que, no solo desarrollen anticuerpos contra el virus, sino también, anticuerpos contra la inconsciencia.
Estamos en la guerra. Tenemos la vida amenazada; La unión hace la fuerza. No bajemos la guardia, relajándonos hasta dejar de cumplir normas, como el aislamiento social, usar tapabocas, mantener distancia prudente con el interlocutor y persistir en una excelente higiene de manos. En la medida que se cumplan estas normas, podremos tener a raya al enemigo.
Como el león, hay que salir a cazar el alimento, y luego atrincherarnos en nuestros refugios.
Quiera Dios que las noticias que se han escuchado esta semana, a cerca de que, antes de la vacuna, pueden aparecer medicamentos que neutralicen el virus, se concreten.
Hasta en Colombia, hay quien ha manifestado públicamente, estar muy cerca de este descubrimiento.
El caso es que, sea aquí, allá o en la cochinchina, esta anhelada droga aparezca pronto, mientras llega la vacuna, para bien de la humanidad y no simplemente, para enriquecer laboratorios farmacéuticos.
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