Cerca nos encontramos de celebrar un año más de vida departamental (16 de abril puntualmente), un hecho que suma más de un siglo, 110 años para ser más precisos. Durante éste período nuestro departamento ha tenido diferentes comportamientos y ha cursado por diferentes etapas, desde un período de estabilización en sus comienzos, hasta una época de grandes avances tecnológicos y sociales, como actualmente ocurre.
Sin embargo, no todo es color de rosa, ya que del sueño inicial de contar con una región descentralizada, progresista, que brindara oportunidades de manera equitativa para sus habitantes y las diferentes ciudades que la conforman, no queda nada.
Cuando el Bugueño Ignacio Palau inició su gesta de promover la independencia de nuestra región del entonces poderoso departamento del Cauca, lo hizo con la idea de desligar el centralismo político y económico que había ejercido desde la época colonial la ciudad de Popayán, sin imaginar, que lo que ayudó a formar en conjunto con otros ciudadanos de la época, se convertiría en lo mismo contra lo cual luchó, sólo que el poder centralista, se trasladó hacia Cali una vez se conformó el departamento del Valle del Cauca.
Éste centralismo seccional, del cual incluso nuestro gran escritor Tulueño Gustavo Álvarez Gardeazábal se ha quejado en algunas entrevistas, tiene nombre propio y se le puede denominar “Centralismo Caleño”. Éste comportamiento, tal como lo ejerció en su instancia el poder “Patojo” (como se les conoce también cariñosamente a los Payaneses), ha llevado a que las regiones del Centro y Norte del Valle tengan un déficit en desarrollo estructural, económico, laboral y tecnológico, alimentado por la política centralista ejercida (en una u otra medida), desde el poder seccional, por todos los gobernadores que han transcurrido por nuestro departamento, sumado al carácter centralista de muchos presidentes de la república, que ven sólo como eje de gobierno, el desarrollo de determinadas capitales.
Pero no sólo lo económico, tecnológico o social ha sido afectado por éste evento, sino también, temas tan básicos como la misma historia de nuestra región, ya que ésta, parece haber sido escrita sólo a partir del 16 de abril de 1910 y aparentemente, única y exclusivamente por historiadores caleños, ya que en su afán por sobresalir ante las demás regiones del país, quieren dar a entender, que es el Valle quien depende de su capital, tal como en la antigüedad, la humanidad creía que el sol giraba alrededor del planeta tierra, eliminando de tajo, toda aquella importancia histórica que tuvieron ciudades como Cartago, Buga (primera capital del Valle, aunque lo hayan borrado de la historia) e incluso Tuluá, entre otras. Lo anteriormente descrito, se observa en la historia que se muestra ante la sociedad del departamento y del país, tanto a través de los medios de comunicación actuales, como de los libros de historia que se imprimen y despachan a nivel nacional. En éste aspecto, es de resaltar el sentido de pertenencia y orgullo con el que cuentan en departamentos como Santander y Antioquia, que rinden homenajes constantes en describir la grandiosidad y aporte histórico que brindan sus antiguas capitales El Socorro y
Santa Fé de Antioquia respectivamente, acción, que debería replicarse en nuestro departamento, porque lamentablemente en lo que nos respecta, el pasado, presente y futuro, sólo aplica para la ciudad que rige como capital actualmente.
Aunque, todo lo que se describe, deja como actores principales a los políticos y medios de comunicación departamentales, no solamente es responsabilidad de éstos lo ocurrido, ya que en su esencia, existen otros participantes que con sus acciones, permiten alimentar el egocentrismo centralista de la capital del departamento. Como primeros actores, nos encontramos todos los ciudadanos del centro y norte del valle, que en muchos casos, por falta de compromiso con cada una de nuestras ciudades, generamos que muchos de nuestros coterráneos se alienen con la idiosincrasia de la capital seccional, perdiendo nuestros orígenes y amor por nuestra cultura, gastronomía, acento e ideología. Como una segunda línea de responsabilidad, se encuentran nuestros gobernantes centro/norte vallecaucanos, quienes por su indiferencia y falta de compromiso por cada una de sus ciudades, solamente se limitan a realizar la ley del mínimo esfuerzo y poca gestión, conllevando a que no se ejecuten labores municipales de verdadera importancia que conlleven a generar visibilidad departamental y nacional, quedando en el olvido y perdiendo oportunidades de inversión por parte de empresas, y en un tercer lugar, se encuentra la responsabilidad de nuestros empresarios, comerciantes y emprendedores, quienes muchos en su afán solamente por escalar rápidamente económicamente, se limitan a generar industria y empleo en la capital seccional o sus cercanías, olvidando del todo a la ciudad que les vio nacer.
Pero no todo está perdido y aún estamos a tiempo de evitar que el centralismo seccional siga acabando y dejando en el olvido a nuestras ciudades centro/norte vallecaucanas, para ello, como ciudadanos debemos de amar lo nuestro, recuperar el sentido de pertenencia, hablar bien de nuestras ciudades, resaltar las bondades de éstas, comprar los productos de nuestros municipios y elegir representantes políticos que amen y trabajen por nuestra subregión (senadores, representantes a la cámara, alcaldes, asambleístas y gobernador(es)). Por otro lado, para todos aquellos que cuenten con poder comercial y político, deben de incentivar la manera en que se generen nuevas industrias y se instalen nuevas empresas en nuestra subregión centro/norte vallecaucana, para que así, se tengan mayores fuentes de empleo e ingresos y por ende, mayor inversión en lo cultural, educativo y habitacional. En cuanto a los medios de comunicación locales, deben enfocarse en generar programación orientada hacia el conocimiento y generación de amor por nuestra subregión, dejando del todo, la alabanza regida sobre la capital seccional. En cuanto a nuestros representantes políticos, deben ser más incisivos frente al gobierno departamental y exigir igualdad de condiciones en macro inversiones de infraestructura, educación, generación de empleo, turismo, inversión extranjera y visibilidad de nuestras ciudades en los diferentes eventos que se realizan y a los que asiste la gobernación a nivel nacional e internacional.
Por último, y no menos importante, es pensar en grande, desligarnos del todo del centralismo caleño y contemplar la posibilidad de unirnos todos en un solo bloque y buscar apoyo en regiones que a través de la historia siempre han dado la mano a la región del Centro/Norte del Valle, tales como Antioquia, Eje Cafetero y Bogotá, para estudiar y ejecutar la posibilidad de territorialmente, adherirnos administrativa y geográficamente a los departamentos circundantes (Quindío o Risaralda) o retomar el sueño de crear un nuevo departamento que contemple como capital a Cartago o Tuluá y cuyo objetivo sea el de crecimiento económico equitativo y ejecución de inversión a lo largo y ancho del nuevo departamento.
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