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El Mariscal Robledo y la región

Es curioso que nuestra región, sobre la cual surgen ideas de como planificarla, ha tenido una serie de destinos manifiestos en relación a quien la puebla. La primera sería la época Quimbaya donde estos asombrosos orfebres, seguramente venidos poco antes de Mesoamérica, habían estructurado aquí su domicilio; sigue la época de Robledo donde esta jurisdicción que no tuvo respaldo legal ya que el rey nunca la convirtió en gobernación, pero si dejó la fortísima marca de la Conquista ya que altera completamente la población originaria; sigue en el siglo XIX la Colonización Antioqueña que vuelve a poblar este territorio constituyéndose en el tercer momento; la siguiente fase sería la del Gran Caldas como ente administrativo de la República y por último se habla de la región del Paisaje Cultural Cafetero. ¡Muchos cambios en sólo 500 años!

Exploremos un poco una de esas fases. Robledo, dudando todavía sobre qué camino tomar, se había situado en el “Alto de Pozo”, un lugar muy difícil de tomar si era bien defendido, paraje ubicado en el Municipio de Pácora. Mientras tanto, Belalcázar se acercaba a paso forzado desde Cartago, la actual Pereira. El 5 de octubre de 1546, rayando el alba, logró llegar y puso preso al sorprendido Mariscal Jorge Robledo, quien había descuidado por completo la defensa de su inexpugnable posición y literalmente fue aprehendido dormido. 

Belalcázar, al parecer, no tenía claro qué hacer con su reo y siguiendo el consejo del capitán Francisco Hernández, Robledo fue ajusticiado mediante “garrote” que consistía en que a la víctima se le colocaba un collar de hierro en el cuello atravesado por un tornillo acabado en una bola que, al girarlo, causaba a la víctima la rotura del mismo y para la época y usanzas era una forma indigna de morir para un hijo de español. Aunque Robledo protestó por ello y reclamaba que no se lo aplicara un negro esclavo de Belalcázar, finalmente aceptó todo como una especie de mártir. Se cuenta que testó y se confesó. Poco después, Robledo, junto con el encomendero Hernán Rodríguez de Sosa, Juan Márquez de Sanabria y Baltasar Ledesma, encontraron la muerte. Una vez muerto, a Robledo se le cortó la cabeza. El historiador salamineño, el médico Emilio Robledo cita al cronista Pedro Cieza de León el cual afirma que los cadáveres fueron: “…Enterrados en una casa de paja de los indios, que en estas partes comúnmente llamados bohíos, la cual quemaron porque los indios no los sacasen; mas poco aprovechó esta diligencia porque luego, en yéndose los cristianos, los sacaron y los comieron a todos…” Los bienes de los ajusticiados fueron vendidos a vil precio y el capitán Francisco Hernández quedó encargado de hacer la sangrienta purga. Otro de los encargados de la purga fue Gaspar de Rodas, quien avisó a las víctimas para que estas pudieran fugarse partiendo para Cartagena; entre ellos Diego de Mendoza y Juan de Ladrillero.

El Adelantado Sebastián de Belalcázar, fue luego llamado por el Licenciado Pedro de la Gasca, para debelar la rebelión de los encomenderos liderada por Gonzalo Pizarro en el Perú y con su aporte a dicho triunfo Belalcázar traicionó a sus antiguos compañeros, los Pizarro y logró un tácito indulto por simpatizar con los encomenderos alzados en armas. 

Fue la viuda de Robledo, María de Carvajal quien se dirigió al rey clamando justicia. En el año 1550 es destinado el licenciado Francisco Briceño, para que actuara como juez de residencia, sentenciando y condenando a Belalcázar a la pena capital por la muerte de Robledo. El Adelantado pide apelar ante la Corte su sentencia, pero muere en Cartagena, donde gozaba de la hospitalidad de su colega Pedro de Heredia. Doña María casó en segundas nupcias con el tesorero Pedro Briceño y en terceras con el visitador Francisco Briceño, hermano del anterior y el mismo que residenció a Belalcázar.

La muerte alevosa que sufrió Robledo tuvo una repercusión muy interesante en la región. Una vez desaparecido este conquistador esta zona es explotada y no colonizada, llegando en pocos años a su fin. Los nativos desaparecerán, muchos de ellos muertos y otros refugiados en otras zonas, causando una asombrosa despoblación y las ciudades propuestas por él tendrán una inmediata decadencia. La presencia del hombre, en la Cordillera central, cesó por un largo tiempo. Será con la Colonización Antioqueña del siglo XIX que esta región resurgirá y, con base en el cultivo del café, ocupará un lugar destacado en el concierto nacional. 250 años estuvieron los sueños y anhelos de Robledo esperando hacerse realidad.

Nota aclaratoria
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Publicado por
Pedro Felipe Hoyos Körbel

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