Columnistas

Adiós

El oficio de columnista ha pasado por muchas variables en los 50 años que llevo ejerciéndolo. Cada vez se ha convertido en mucho más molesto que cuando los intocables de siempre preferían disparar para acallar. La creciente irresponsabilidad que generan las redes ,la velocidad conque se fusila moralmente a quien se atreve a escribir columnas vaciándolo con falsas noticias o con insultos a doquier lo ha hecho un oficio, a más de riesgoso, infinitamente fastidioso.

Últimamente, en la medida en que a las redes y correos cualesquiera tiene acceso y libertad para  que opine o pontifique  sin importar ni medir su nivel cultural, me he ganado baldados de insultos y multivariedad de estigmatizaciones que a mis 75 años no creo que deba seguir recibiendo.

Por otro lado, día a día, me he ido convenciendo que mis apreciaciones buscando la certeza son tan despreciables y tan poco valoradas en el trascurrir de Colombia que me siento un orate predicando en una de las esquinas de Tuluá, donde no pude volver desde hace 5 meses porque el alcalde, por una columna, me ha tirado a 511 perros de presa. Nunca he pretendido ser el orientador de la opinión nacional  pero frente a lo  que pasa por estos días, y lo que va a pasar, he  reflexionado hasta el punto de tomar la determinación que ésta sea mi última columna.

Me retiro satisfecho y agradecido de haber tenido tantos lectores y un periódico como ADN que protegió a toda costa mi libertad de pensamiento. Pero no doy más. Mi edad, y mi deteriorada salud no puedo seguirlas juntando con las canecadas de oprobios o los señalamientos sin pudor que me escupen por redes y correos. Me retiro a vivir lo restante leyendo y escribiendo y cuidando mis animalitos, buscando la tranquilidad que he perdido.Tal vez daré los consejos del anciano retirado a quien me busque en mi refugio de eremita a orillas del río Cauca.

Mil gracias a todos. Adiós.

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