Semana | Bogotá D.C. | 07 MAY 2017 – 11:32 pm
Cartago, una de las ciudades más antiguas del Valle, suena nacional e internacionalmente por dos razones: porque allí se tejen las mejores prendas bordadas a mano y porque allí nacieron y amasaron su poder criminal temidos narcotraficantes del llamado cartel del Norte del Valle, como Hernando Gómez Bustamante, alias Rasguño, Arcángel Henao, alias el Mocho o Ariel Rodríguez, alias el Diablo.
Hoy nadie duda de que en Cartago el narcotráfico solo dejó dolor, viudas y huérfanos. De hecho, muchos en la ciudad critican a los grandes capos que amasaron fortunas ilegales porque hacían el daño, pero las invertían en otras ciudades. “En el campo desplazaron los cultivos de pancoger para criar ganado, y en la zona urbana crearon una economía ficticia porque todo subió de precio”, explicó Consuelo Palau, una dirigente cívica que en varias oportunidades intentó llegar a la Alcaldía.
Ahora, cuando del temido cartel queda muy poco gracias a la captura o la muerte de los capos, el crimen organizado permanece de otra forma muy preocupante. A la sombra de esas estructuras, al parecer se tejió un maridaje entre la mafia y algunos políticos en este municipio de 130.000 habitantes y un presupuesto anual de 154.000 millones de pesos.
En menos de 6 meses la Fiscalía capturó a 50 personas (entre funcionarios, exfuncionarios y particulares) vinculadas a 4 investigaciones de corrupción en las que hay en juego más de 15.000 millones de pesos. Allí han caído diversas bandas: desde la que montó un ‘peaje’ dentro de la propia Alcaldía para quedarse con el dinero del predial hasta la que trabajaba en llave con una funeraria para robar recursos de las empresas de servicios públicos.
El escándalo más reciente sucedió la semana pasada cuando la Fiscalía capturó a 23 personas (que recuperaron la libertad, pero siguen vinculadas a la investigación) por el presunto robo de 10.900 millones de pesos destinados al Plan Municipal de Aguas. Los investigadores descubrieron que para sustraer el dinero del erario usaron a decenas de particulares a quienes les pedían que cobraran millonarios cheques; por ese favor, cada persona (humilde) recibía un promedio de 50.000 pesos.
En esa investigación resultaron salpicados el exalcalde Germán González Osorio y la diputada Martha Lucía Vélez, ambos fichas políticas de la gobernadora Dilian Francisca Toro. El exmandatario González Osorio fue destituido en 2010 por participación indebida en política y actualmente cumple prisión domiciliaria, tras ser condenado a 39 meses por los delitos de prevaricato y daño informático.
Pero ese no ha sido el único revés de la ciudad. Entre 2004 y 2011 Cartago tuvo el penoso registro de tener diez alcaldes, porque de los tres elegidos (2003, 2004 y 2007) uno renunció por presión de la mafia, el otro fue destituido por corrupción y el tercero fue el caso de González Osorio. Toda una tragedia en una ciudad que tiene un peso político contundente. Desde la Constitución de 1991, Cartago ha tenido nueve congresistas. Lo malo de esa buena racha es que varios de ellos, como los representantes Jairo Chavarriaga Wilkin, Luis Carlos Restrepo Orozco y María Nancy Montoya, fueron señalados de tener presuntos nexos con los capos del narcotráfico.
Ese es el otro capítulo de la historia de los dirigentes cartagüeños. No existe elección en la que las campañas políticas no sean objeto de señalamientos por sus relaciones o apoyos mafiosos. Y la de 2015 terminó con el asesinato del reconocido abogado de la mafia y candidato a la Alcaldía Ignacio Londoño Zabala.
Dos congresistas cartagüeños (Jairo Chavarriaga y Juan José Naranjo) sufrieron ese mismo destino, y decenas de líderes cívicos y concejales han sido asesinados porque se atrevieron a denunciar a los corruptos y su contubernio con los narcos. “Aquí los políticos infiltraron a la mafia y no al contrario, como todos creen”, concluyó Hernando Montoya, dirigente sindical que debido a sus denuncias cuenta con esquema de seguridad.
El politólogo Fernando Giraldo explicó la desgracia que padece Cartago de la siguiente manera: “Es más dañina la corrupción política que la mafia por una sencilla razón: los narcos cometieron sus crímenes con dineros ilegales, mientras que los dirigentes corruptos lo hicieron con dineros públicos”.
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