Cuando el país daba por sentado que los retenes ilegales de la guerrilla eran cosa del pasado, esta semana se conocieron detalles que confirmarían que esa práctica ilegal sigue vigente y ocurre en una de las regiones más golpeadas por el fenómeno del narcotráfico: el norte del Valle.
Habitantes del norte del Valle denuncian que supuestos subversivos del ELN atracan en vías y controlan caseríos
Ocurrió entre El Cairo y Argelia, poblaciones levantadas en la parte alta de la Cordillera Occidental y que limitan con San José del Palmar, otro pequeño caserío que territorialmente pertenece a Chocó, pero que social y económicamente depende del Valle.
Varias fuentes consultadas, pero que por temor pidieron no ser identificadas, le confirmaron a Semana.com que en la mañana de este martes 22 de abril, hombres armados retuvieron los vehículos que transitaban por una de las carreteras rurales de Argelia, para quedarse con sus pertenencias “en apoyo a la organización”, dijo una de las víctimas que replicó el mensaje de los subversivos.
Al ser consultado sobre el problema de seguridad y orden público, el alcalde de Argelia, Wilman Harry Marín aseguró que ese fenómeno aún no afecta a su municipio.
Como si fuera poco, el viernes 11 de abril, entre la carretera que une a Argelia con los municipios de El Cairo y San José del Palmar, una docena de hombres negros y armados con fusiles, instalaron otro retén en el sector conocido como El Crucero.
“Allí nos hicieron bajar a todos, nos decomisaron los celulares y cuando pretendían darnos un discurso, fueron alertados de que se acercaba la fuerza pública y huyeron en una camioneta de un civil que también estaba en el retén”, relató uno de los pasajeros.
Y como si fuera poco, en el corregimiento La Italia, de San José del Palmar, líderes comunitarios denunciaron que existe un reducto del ELN que está “reclutando a la población e imponiendo su propia ley”.
“Hacen reuniones para adoctrinar a la comunidad. Control de ruido y animales y todas esas cosas que ellos exigen dizque para conservar la tranquilidad”, dijo un dirigente cívico a esta revista.
Esa misma fuente denunció que el pasado domingo Santo se presentó un hecho delicado cuando varios hombres intentaron atracar una tienda del corregimiento, “llegaron encapuchados a las 8:00 p. m. con el propósito de asaltarla, pero como la comunidad intervino para evitarlo, optaron por lanzar una granada que por fortuna no causó víctimas”.
Por su parte, un agricultor de la zona explicó que además de la supuesta presencia guerrillera, temen que la región esté cooptada por una banda de extorsionistas “que amedrenta a los lugareños atracándolos o vacunándolos”. Además, se quejó del repliegue de la fuerza pública, “era más fuerte la presencia militar en la zona”.
El coronel Carlos Quiroga, subcomandante operativo de la policía en el Valle, reconoció que la institución recibió denuncias en torno al retén del 11 de abril, y que a raíz de ello “se adelantó una labor de inteligencia no solo para el tema guerrillero, sino para establecer la veracidad de la existencia de una supuesta banda delincuencial en El Cairo”.
Si bien esa región del país se ha caracterizado por la fuerte presencia mafiosa y ejércitos privados al servicio de los carteles de la mafia que custodian laboratorios y rutas para el tráfico de cocaína, en el pasado también sirvió como nido de guerrilla y paramilitares.
En San José del Palmar por ejemplo, no solo tuvo asiento las FARC y ELN, sino que fue un territorio controlado por el Ejército Revolucionario Guevarista, ERG. Esa zona también fue una de las preferidas de alias ´La Negra Karina´.
Durante la arremetida paramilitar, la región fue epicentro de dolorosas masacres como las ocurridas en Nóvita y San José del Palmar, ambas poblaciones de Chocó. También la usaron como escenario de combate durante la guerra mafiosa entre Machos y Rastrojos, ejércitos privados de los capos Diego Montoya y Wílber Varela.
En la actualidad, ese corredor es de importancia para las bandas criminales que producen y trafican cocaína, por cuanto desde allí se puede llegar al océano Pacífico, pasando por el mítico cañón de Garrapatas, que es una zona agreste limítrofe entre Valle y Chocó.
De ahí que los pobladores temen que la zona montañosa del norte del Valle, vuelva a convertirse en la ´joya de la corona´ de los grupos armados ilegales; y que como en otras épocas mafiosas, se implante de nuevo el régimen del terror.
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