El manizaleño Pedro Felipe Hoyos Körbel (historiador, escritor y editor) ha entregado a las gentes con mente abierta para conocer o precisar asuntos del pasado, media docena de relatos sobre temas históricos, algunos de los cuales nos conciernen directamente a quienes habitamos esta parte de Colombia. Entre estos libros de bolsillo están: El Café, su historia; Los orígenes del bahareque de la colonización antioqueña; Los quimbayas; y Robledo, el conquistador. Además, otros dos sobre temas más generales: La independencia de Colombia y La esclavitud en Colombia.
Nuestro “nuevo mejor amigo” (lo acabo de conocer gracias al feisbú; vea pues y yo que he sido crítico feroz de las tales redes sociales) llama a esta su hermosa obra “Colección Pequeña Historia”, que coincide con la nueva etapa en el estudio -por décadas abandonado- de los temas de nuestro pasado en las aulas escolares. Y será a no dudarlo de muchísima ayuda en esa labor, porque son escasos los que pueden “desasnar” a los niños y jóvenes en estos asuntos, por la potísima razón de que quienes todavía están vigentes como profesores, fueron precisamente las primeras víctimas de ese vacío en sus propias formaciones en el bachillerato.
Dice Pedro Felipe en el folleto que acompaña estas ediciones que: “Los 6 títulos, que saldrán cada dos meses, abarcarán los tres troncos étnicos que conforman la identidad colombiana; hablarán del motor económico que es el café para esta región; tratarán del sistema democrático del país; y hablarán de una de las expresiones culturales más destacadas del territorio: la arquitectura del bahareque. Estos textos, redactados en forma sencilla y amenamente narrados, llenan un vacío intelectual y editorial, ya que la bibliografía sobre estos temas es anticuada y es de difícil consecución (…)”.
Recuperar décadas perdidas en el conocimiento de nuestro propio pasado… es una labor quijotesca. Y por tal se entienden todos esos propósitos que parecen peleas contra molinos de viento -o enamorar a una dama que solo se encontraba en su imaginación, como Dulcinea del Toboso-, tal cual lo hacía el ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, obra literaria del máximo autor de nuestro hermosa lengua castellana, Don Miguel De Cervantes. En los momentos en que todo se derrumba a su alrededor, cosa común en los cambios de época -que conlleva también la transformación de las costumbres-, Don Quijote emprende su lucha por defender y conservar, como su tesoro y en plena edad moderna, los mejores valores de la caballería medieval. Ésto es, la defensa de los débiles, el culto al valor y a la honra, la fidelidad a una causa. A eso hoy lo llaman “quijotada”: a la defensa de los principios morales más elevados.
(Le preguntaron a un alumno que donde está enterrado El Quijote y él dijo que en España. Y otro aseguró que eso era un error, porque este personaje no existió realmente, fue una creación literaria de Cervantes. El primer alumno manifestó que no le parecía tan absurda la respuesta, que se podía mantener la ilusión de que El Quijote sí existió. Y, digo yo, podemos afirmar que Don Quijote vive todavía, a Dios gracias, en algunos sitios del planeta Tierra, pero que en donde sí definitivamente está enterrado es en Estados Unidos. Porque la lección que nos da Don Quijote es la primacía del esfuerzo sobre el éxito. Recordemos que dijo: “Bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo, será imposible”. Y en una sociedad como la gringa -en donde si usted no tiene éxito no vale nada; en donde prima el carro del año sobre las consideraciones morales- nunca pudiera haber vivido Don Quijote. Esa es una sociedad dominada por el concepto del éxito.)
Pedro Felipe me ha manifestado que quiere dar a conocer su obra en este nuestro Norte, comenzando por Cartago. La semana pasada estuvo en El Cairo y de ese viaje entregó en facebook una de las páginas más hermosas que he leído acerca de este municipio, con el cual me unen lazos muy fuertes (por García y por Vélez), porque los hermanos mayores de mi papá -Juan Agustín y Luis Alfonso García Arcila- fueron sus co-fundadores; y mi abuelo Eladio Jaime Vélez Upegui, propietario colonizador del hoy corregimiento de Salmelia en este, para mí, el más hermoso pueblo norteño. Nunca nadie se había referido a las cortinas de gasa en los balcones de las casas de estos pueblos nacidos de la colonización antioqueña y que guardan, como él lo dice, la intimidad de esos hogares mientras muestran airosas a todo el mundo esos colores particulares que caracterizan sus fachadas… y el individualismo paisa.
Coletilla 1: Anuncio que he decidido volverme empresario (emprendedor, como dice el neologismo de moda), porque voy a proponerle a Monseñor Jairo Uribe Jaramillo que montemos un negocio, con el cual seguramente nos llenaremos de plata -parné, biyuyo, billete- y es nada más ni nada menos que una fábrica en donde se produzcan los menjurjes que el usa… para verse mucho más joven que con los 80 que cumplió el viernes pasado. Pero también, lo que ingiere para caminar erguido todavía y pisar fuerte. La economía naranja entrará, pues, a nuestro municipio con las bendiciones de este pastor de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Coletilla 2: No pudo la extrema derecha española impedir la conformación del nuevo gobierno español, encabezado por Don Pedro Sánchez. El diario ABC -vocero de esa secta- es lo peor del periodismo moderno: insidioso, titula todo lo contrario a lo que dice el texto… que no puede cambiar, porque es la noticia que circula. Su nombre parece la síntexis de Aznar, Botella (su corrupta esposa) y el presidentico del partido derrotado, tan mediocre que ni de su apellido me acuerdo. Solo que comienza por C.
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