Crisis mundial, nacional, regional y local. Eso es lo que estamos viviendo por estos días en que la pandemia de covid-19 no da tregua. Si en algunos lugares ha menguado su ímpetu, como en la China productora de virus, en otros lugares se ha encarnizado y dejado más víctimas mortales que muchas guerras.
Pero la crisis no desaparecerá con el virus, la crisis continuará mientras estemos esperando que un “alguien todopoderoso” en alguna oficina de la gobernación del Valle, solucione nuestros problemas y tome las decisiones más acertadas para el norte del valle; y es que hoy, estamos ante un escenario de lo más dramático posible: familias que no tienen los recursos básicos para sobrevivir en aislamiento, necesidades de todo tipo que deben ser paliadas con pañitos de agua tibia, negocios que se perdieron por incumplimiento obligatorio, recursos mal manejados por gobernantes y políticos corruptos, migrantes venezolanos pasando penurias, en fin, sigue y sigue. Y nosotros esperando que la gobernación del Valle nos ayude a salir de la crisis.
Cuando pase la peste, esperemos encontrarnos a nosotros mismos, más fuertes, más capaces, con iniciativa, con liderazgo, y cuando hablo de nosotros, hablo de los norte vallecaucanos y Cartagüeños, capaces de construir nuestro propio futuro. No puede continuar esta región a la deriva, esperando que el dedo inquisidor de Belálcazar, desde la ciudad de Cali, nos indique qué hacer o hacia dónde ir. Eso nunca nos ha servido para nada, por el contrario, una región pujante tras la colonización antioqueña, enriquecida con el auge del cultivo del café en ambas cordilleras, y su trilla y comercialización en Cartago, se vino abajo con la violencia política atizada desde la gobernación del Valle, en los funestos años cincuenta, y así estamos desde entonces, hundidos en una cultura valluna que no es la nuestra, y esperando que la gobernación haga lo que no ha querido hacer nunca: trabajar por nuestro progreso.
La actual peste que nos azota, nos seguirá azotando desde las oficinas de la gobernación del Valle, una vez que el covid-19 sea detenido, controlado o exterminado, porque será tomado como excusa una y otra vez, para no invertir en el norte del valle, mucho menos en Cartago, que hace parte de la Ciudad Región del Eje Cafetero. Esta peste no nos abandonará mientras nuestra región pertenezca a un departamento que nos mira por encima del hombro, con desprecio caucano.
Pasará la peste, todas las pestes pasan, pero no podemos quedarnos esperando que la comarca nortevallecaucana, sea lo que nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos paisas soñaron cuando entonaron bambucos antioqueños, mientras recolectaban y beneficiaban el café en las fincas de Sevilla y Caicedonia, de El Águila y de El Dovio, de Trujillo y de Alcalá, no, nunca seremos esa soñada región próspera mientras seamos el patio trasero del Valle del Cauca.
Pasará la peste, como todas las pestes, pasará, pero después de eso debemos mirarnos a nosotros mismos como ciudadanos de primera clase, ciudadanos que merecemos respeto, ciudadanos que queremos sentirnos orgullosos de nuestra región norte vallecaucana, así debemos mirarnos y entendernos, visibilizarnos, porque no existimos ni para Cali ni para la Gobernación del Valle, debemos apropiarnos de nuestra identidad paisa, porque es la única forma en que podremos decirles a nuestros gobernantes, que queremos un Norte del Valle del Cauca próspero, paisa e independiente, nuestro propio departamento: ¡El Departamento de Quimbaya!
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