El dinero que se pierde a causa de siniestros viales, contaminación y congestión, entre otras externalidades provocadas por el transporte de carga en el área metropolitana de Bogotá, equivale al 4 % del PIB de la capital, un valor que representa lo que aporta el sector de la construcción.
Estas externalidades del transporte son costos reales que no están incluidos en el precio del mercado de transporte, y por lo tanto no son pagados por el usuario.
Por ejemplo, existen externalidades positivas en términos de producción económica en la región, el país y el sector privado, y negativas, sobre el entorno, la movilidad y la sociedad, entre otros.
Mediante un modelo metodológico aplicado al área metropolitana, Ximena Carolina Velandia Villamil, magíster en Ingeniería – Transporte de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), estimó la magnitud de las externalidades, evaluó su expresión espacial en el territorio y valoró sus efectos en 2019.
Su estudio se centra en cuatro externalidades económicas: tres negativas –entre las que se consideran como básicas la congestión, la siniestralidad vial y la contaminación– y una positiva, que es la producción económica.
Se revisaron los inventarios y las cifras de contaminación, la gravedad de los siniestros y tipos de vehículos involucrados, entre otros datos públicos. En cuanto a siniestros, la investigación georreferencia la cantidad de hechos e identifica cuáles están relacionados con transporte de carga.
En términos de congestión, se calcularon las velocidades a las que circulan hoy los vehículos de carga, que es entre 15 y 20 km/h, por lo que tardan más en los viajes.
En cuanto a la contaminación se tomaron valores ya calculados para la Unión Europea y Estados Unidos, y se estimó cuánto le cuesta al Gobierno –en términos de salud pública– cada tonelada de material particulado que se emite a la atmósfera.
Fallas del mercado
Para la investigadora, no considerar los costos externos constituye una falla del mercado que se podría contrarrestar con la intervención del Estado, mediante impuestos y regulaciones para facilitar la internalización de estos.
La investigación permitió concluir que hoy, el costo social del transporte de carga en los entornos metropolitanos no se está pagando en su totalidad, dado que las externalidades negativas de este sector no son compensadas como sería lo deseable.
Esto se presenta porque no existen mecanismos de estimación de la magnitud de las externalidades adecuadas y por lo que cuantificar su costo resulta difícil.
La magíster de la UNAL aclara que aunque sí existe interés por parte del Gobierno nacional por empezar a hacerle seguimiento a estos aspectos, también reconoce que se le debe dar mayor detalle a esas externalidades y no solo al tiempo y costo del transporte.
“Esta herramienta es útil para los mandatarios de los distintos departamentos, pues les permite tomar decisiones más inteligentes sobre estos vehículos y no caer en la simple prohibición de ingreso a los cascos urbanos, que en últimas lo que hace es generar más pérdidas”, subraya.
Escenarios de mejora
El estudio propone reflexiones sobre algunos escenarios analizados conceptualmente, como por ejemplo incluir cadenas de distribución metropolitana conformada por trenes, una cadena logística que tendría mejor uso y generaría menor afectación frente a los camiones de carga.
Otro escenario en el que pueden pensar los mandatarios en cuanto a externalidades es hacer variantes o vías alternas para que los camiones no entren a los municipios. También relocalizar la industria para que se ubique dentro de Bogotá, de modo los municipios de la región y sus corredores que no se afecten y puedan circular otros vehículos.
Por último, otra opción es cambiar la flota de camiones, modernizarlos y reemplazarlos por una flota eléctrica que ayudaría a disminuir las externalidades como la contaminación, una de las que más siente la ciudadanía y la que representa altos costos para el Gobierno.
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