Da la impresión de que el año 2020 no ha terminado y de que este año 2021 aún no comienza, y eso es debido a que la emergencia sanitaria, social y económica causada por la pandemia de COVID -19, continúa sin remedio alguno en nuestro país.
Peor aún, con la posibilidad de que en los próximos meses tengamos una vacuna que sería aplicada masivamente a los Colombianos, pareciera que la gente se olvidara del contagio y de las decenas de miles de muertes presentadas en menos de un año, tal vez es por la falsa creencia de que al aparecer una vacuna en otras sociedades (a las que habrá que comprársela) ya se acabó el peligro y podemos entonces, volver a la popular rumba eterna y al desorden de siempre.
Pero la realidad es que aún falta mucho para que esta pandemia sea solo un mal recuerdo, y por eso tendremos que acostumbrarnos a los toques de queda, los días de pico y cédula, al alcohol glicerinado, al tapabocas, a la virtualidad y al distanciamiento social, definitivamente, al menos por este año.
El Norte del Valle del Cauca no es ajeno a la pandemia, eso no es lo preocupante porque una epidemia es una epidemia y no hay nada que hacer ante su avance, más que las medidas de contención y de tratamiento. Pero igual seguirán los contagios y las muertes por muchos meses más.
Lo verdaderamente preocupante para Cartago y el Norte del Valle del Cauca, es la mudez de sus mandatarios locales: mudez ante la irrisoria inversión social y en infraestructura que la gobernación hace en nuestra región, comparada con lo que la misma gobernación invierte a manos llenas en Cali y en su área metropolitana, eso no solo da tristeza sino también indignación.
Mudez ante las posibilidades de independencia de nuestra región en la búsqueda de la creación de nuestro Departamento del Norte del Valle o Quimbaya, y así poder integrarnos a nuestros hermanos paisas del Eje Cafetero, como siempre debió ser, como cuando se creó el departamento de Caldas a principios del siglo XX.
Esa es la posibilidad de quitarnos de los hombros a la ciudad de Cali, ciudad que nunca en la historia de Colombia fue nuestra capital ni ciudad líder, hasta que por un decreto dictatorial, anacrónico y absurdo, se conformó el Valle del Cauca, aunque las provincias de Cartago, Toro y Anserma, nunca habían dependido de Cali, porque estaban a su mismo nivel.
La mudez de los mandatarios locales del Norte del Valle del Cauca, asusta, escasamente se les escucha hablar de “pendejaditas” pero no se les escucha hablar de un proyecto macro como la creación de nuestro departamento, ni siquiera de una provincia o de un área metropolitana, o de una zona franca o de una universidad nortevallecaucana o de una malla vehicular de primer nivel, nada. Da tristeza.
Por el contrario, se dejan enredar por asuntos politiqueros como el ocurrido con Univalle, situación ridícula que ha creado la discordia entre Cartago y Zarzal. Divide y vencerás, dijo alguna vez el emperador Julio César.
Ya veremos que ocurre con la peste apocalíptica del COVID-19, y esperemos que no dure tanto como el adormecimiento de los alcaldes nortevallecaucanos que se creen el cuento de que son vallunos.
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