El anuncio se hizo a través de un comunicado suscrito por el presidente de la Conferencia Espiscopal de Colombia y Arzobispo de Villavicencio, monseñor Óscar Urbina.
Ante el paro nacional convocado para el próximo 21 de noviembre, la Iglesia Católica en el país propone seis reflexiones que invitan a vivir esta jornada en un ambiente de “libertad y responsabilidad ciudadana”.
En un comunicado, los obispos colombianos recuerdan que “las movilizaciones son un derecho democrático cuando son expresión de libertad, de responsabilidad ciudadana (…) y apuntan al bien común”.
En esta línea, exhortan a “evitar que la movilización ciudadana degenere en agresión, saqueo, vandalismo y muerte (…) Esto alimenta el círculo de violencia que dolorosamente hemos vivido durante tantos años, que deslegitima cualquier reclamo y que no trae sino nuevos y más graves males”.
Finalmente, reafirman que “el camino hacia la superación de los problemas sociales y el desarrollo integral de nuestro país, pasa por la escucha y el diálogo con la participación de todos los actores sociales”.
Por ello, “la Iglesia católica quiere ser la primera en acompañar procesos en la línea del desarrollo integral y de la convivencia pacífica”, e invita a unirse en oración por Colombia este domingo 17 de noviembre, día en que se conmemora la Jornada Mundial de los Pobres.
«El cansancio y el descontento, que están manifestando ciertas movilizaciones ciudadanas, revelan problemas graves que no hemos logrado superar y que tienen su origen y su expresión en la corrupción, la inequidad social, desempleo y la imposibilidad de amplios sectores para acceder a los servicios básicos de alimentación, salud y educación», dice el comunicado que también firman el vicepresidente y el secretario general del episcopado.
Los obispos colombianos recuerdan que “las movilizaciones son un derecho democrático cuando son expresión de libertad, de responsabilidad ciudadana (…) y apuntan al bien común”.
Y, en ese propósito, invitan a los colombianos a “evitar que la movilización ciudadana degenere en agresión, saqueo, vandalismo y muerte (…) Esto alimenta el círculo de violencia que dolorosamente hemos vivido durante tantos años, que deslegitima cualquier reclamo y que no trae sino nuevos y más graves males”.
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