El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), regional Valle, puso de nuevo sobre el tapete el debate sobre la práctica de ablación (extirpación del clítoris) a niñas emberas, debido a que dos de ellas, de 10 y 20 días de nacidas, respectivamente, fueron remitidas en este mes al Hospital Departamental Centenario de Sevilla.
Dos recién nacidas han sido remitidas en este mes a un hospital del municipio de Sevilla, Valle.
La alerta, como la calificó el director regional del ICBF, Jhon Arley Murillo, se debe a que “esta es una práctica que aunque es ancestral pone en riesgo la vida y la integridad de las niñas. En este caso, ambas bebés fueron llevadas al hospital por infecciones”.
El funcionario anotó que las menores quedaron bajo un proceso de restablecimiento de derechos, pero indicó que por ahora, se mantienen con sus familias, mientras se adelanta dicho proceso para determinar cuál es la mejor decisión que permita su bienestar. Añadió que tras lo sucedido, el ICBF se contactó con las autoridades indígenas de la comunidad embera katío en zona rural de Sevilla, municipio del norte del Valle del Cauca.
“Son niñas que están lactando y ahora están en mejores condiciones”, dijo Murillo. Anotó que el caso fue conocido por Bienestar Familiar por un llamado del mismo hospital Centenario, que se abstuvo de entregar información pero, como lo dijo el funcionario, dio la voz de aviso.
Murillo agregó que “el Instituto tiene un hogar comunitario para la comunidad embera de esta región, con la posibilidad de poner en marcha programas bajo la modalidad de atención familiar, dirigida especialmente a madres gestantes y lactantes”.
Familiares de las bebés han mantenido silencio, pero algunos emberas en Cali afirmaron que no se les puede cuestionar porque es una práctica milenaria de sus comunidades. Este caso recordó el de hace cuatro años cuando una bebé embera chamí, de 5 días de nacida, fue trasladada grave al hospital San Jorge, de Pereira en noviembre de esa época.
En ese entonces, la bebé estuvo a punto de desangrarse por una infección causada por ablación. Le mutilaron el clítoris en un 80 por ciento, de acuerdo con los archivos de ese hospital.
Tres semanas atrás, el 10 de octubre de ese 2012, en una cumbre nacional indígena, las autoridades emberas firmaron un pacto en el que se comprometieron a erradicar esta práctica, que salió a la luz en el año 2007 después de que la Personería de Risaralda denunció la muerte de una niña de esta comunidad después de ser sometida a dicho procedimiento. Solo entonces se supo que en Colombia, específicamente en el pueblo embera, existía la ablación.
Hoy, esta comunidad de más de 150.000 personas y presente en 16 departamentos del país, reconoce que tal vez sean cientos o miles las niñas que han sido sometidas a este procedimiento.
Comunidades indígenas del departamento vallecaucano, así como la Organización Regional Indígena del Valle (Orivac) piden no ser cuestionadas sin tener en cuenta el contexto cultural y cómo ocurrieron los hechos. Indicaron que evaluarán el caso de ambas bebés.
En el 2008, el Fondo de Población de la ONU (Unfpa), con el acompañamiento del Bienestar Familiar, emprendió un programa para que estas comunidades entendieran los riesgos de la mutilación genital.
En algunos sectores, la ablación es considerada una violación a los derechos humanos, sexuales y reproductivos de niñas y mujeres. Pero para comunidades indígenas obedece a la creencia de que el clítoris (quebede, en embera chamí) es una malformación que se debe eliminar para que no crezca, como sucede con el órgano sexual masculino.
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