El hombre que ha abandonado a Dios, cree que es poderoso porque tiene armas en sus manos”, dijo el sacerdote Juan Carlos Palmito Marín, en un oficio religioso en el corregimiento Cerro Azul, del municipio de Bolívar, en el norte del Valle.
Se cumplen dos años de asesinato de seis personas en Cerro Azul, Bolívar, y no hay responsables
La misa congregó a campesinos de poblaciones vecinas que llegaron para rendir un homenaje póstumo a las seis personas asesinadas el 29 de junio de 2013 en una incursión atribuida a ‘Los Rastrojos’.
Ese día fueron asesinados Carlos Alberto Rubiano, Carlos Alfredo Bedoya Uchima, Marino Atehortua Ordóñez, Danison Gutiérrez, Alex Soto Marín y Nevelly de Jesús Gutiérrez Tasamá, en tanto que tres personas más resultaron heridas.
El periodista William Loayza Amador, quien visitó la zona, reseña que dos años después esta es casi una población fantasma y más aún desde hace dos meses cuando la Policía fue retirada de Cerro Azul por decisión de los altos mandos, y hacen presencia esporádica.
En la vereda El Porvenir hace poco una señora fue violada y en La Siria, dos personas fueron asesinadas.
Familias de las víctimas de la masacre dicen que dos años después no hay justicia ni pronunciamiento oficial por sus allegados.
“En la búsqueda de la verdad y justicia, anhelamos que se recupere el buen nombre de las víctimas”, dijo Rafael Rojas, defensor de derechos humanos.
“Espero que en un plazo razonable la justicia colombiana investigue, acuse y pueda juzgar a los responsables – públicos o particulares- de estos hechos y poder caminar con estas personas acompañándolas en todo lo que emprendan y por qué no decir, corriendo los riesgos que ellos viven.
Nos enfrentamos con escenarios y personajes de gran poder, esperamos que estos hechos no se vuelvan a repetir», expuso Luz Marina Palacios, de la organización Ecate.
Alirio Rubiano, padre de Carlos Alberto, expresó que “pasaron dos años y no hay pronunciamiento por parte de las autoridades nacionales, que hacen todas las maromas posibles para no reconocer a las víctimas y admitir la tragedia que aquí se vive”.
Por su parte Ana María Bedoya recordó que su hermano, con el que sueña permanentemente, había llegado hasta el pueblo a tomarse una cerveza después del trabajo de la semana.
“Tras la muerte de mi padre por un derrame cerebral, mi hermano asumió sus responsabilidades, yo tenía 2 años. Luchó por un mejor futuro para mi mamá y para mí. Ahora que me lo matan, pregunto si algo justifica que a una mamá la dejen si su hijo y a mi sin mi hermano, pero era más que eso, era mi héroe” comenta entre sollozos.
“Queremos que se le dé explicación a la comunidad qué pasó y por qué se llevaron a los policías» comentó la dirigente Paola Andrea Restrepo Castaño.
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