El Hospital Departamental de Cartago (HDC) es el único de su especie en el norte del Valle. Tiene la capacidad médica y la infraestructura para atender las emergencias que ocurran en los 15 municipios de esa zona del departamento.
Pese a ello, hoy esa casa de salud arrastra una penosa crisis financiera que la tiene a punto del cierre definitivo de sus puertas y, lo que es peor, eso ocurre ante la mirada indiferente de todas las autoridades locales y regionales. De nada valió que en el pasado fuera usada como la ‘joya de la Corona’ burocrática que aceitó maquinarias políticas.
Una muestra de esa desidia oficial es que pese a la difícil realidad, desde hace una semana el HDC no cuenta con un gerente en propiedad. La que había no alcanzó a durar un mes en el cargo y se fue para Tuluá, donde fue nombrada directora del hospital de esa ciudad.
La situación del HDC es tan caótica, que en varias oportunidades sus trabajadores han tenido que apagar luces y cerrar las puertas para no recibir pacientes por temor a que se les muera uno de ellos en medio de la precaria atención por cuenta de la falta de especialistas e insumos.
“No tenemos ni una dipirona y no funciona el laboratorio. De 14 médicos que debe tener este hospital, sólo hay cuatro rurales y un especialista, pero la presencia de ese profesional no sirve para nada, ya que no hay anestesiólogo”, explicó una de las enfermeras que pidió omitir su nombre por temor a represalias.
El tema con ese hospital parece que ya tocó fondo y desde el pasado jueves 21 de mayo los 123 trabajadores, entre personal médico y administrativo, decidieron iniciar un cese parcial de las actividades y sólo ofrecen el servicio de urgencias vitales.
La mayoría de empleados permanece en la puerta de ingreso de urgencias de la entidad y junto a ellos un ataúd con los nombres de otros hospitales del Valle que atraviesan una crisis similar.
“Estamos cansados. Nos deben siete meses de sueldos, sumados a las acreencias laborales como primas, horas extras, cesantías y vacaciones, desde el 2012”, relató Martha Hincapié, presidenta del sindicato de Anthoc, tras recordar que el próximo jueves 28 de mayo saldrán a marchar por las calles de la ciudad.
¿Por qué la crisis?
El cierre de ese hospital que maneja un presupuesto cercano a $17.000 millones no empezó hace unas semanas, sino décadas, desde cuando cayó en las ‘garras’ de la clase política local.
Pero el problema empeoró hace tres años cuando inexplicablemente la Secretaría de Salud del Valle excluyó el hospital de la Red Pública de Prestadores de Servicios de Salud.
Ese hecho, que en apariencia no importa, fue la primera movida para colgarle la lápida al hospital. La Red Pública de Prestadores es una especie de base de datos donde se registran todos los hospitales y clínicas de una región específica, a los cuales son remitidos los pacientes que ingresan al sistema de salud, ya sea por una emergencia o por un traslado.
Como el HDC fue excluido de esa red, sencillamente no le ingresaban pacientes y por tal motivo no facturaba servicios. Ese bloqueo ‘comercial’, sumado al déficit fiscal que ya arrastraba y que supera los $10.000 millones, empeoró su viabilidad operativa y financiera.
El segundo golpe bajo que recibió ocurrió en abril del 2013 cuando el gobernador del Valle, Ubeimar Delgado, oficializó a través del Decreto 265 que el HDC sería liquidado, “en el Municipio de Cartago, en el año 2014 se liquidará el Hospital Departamental de Cartago E.S.E. de mediana complejidad, entidad con alto riesgo financiero y con más de una década en déficit (…)”, dice el documento oficial.
La estocada final vino de la Asamblea departamental en octubre del 2013, cuando, a través de la Ordenanza 381, autorizó al gobernador para liquidar los hospitales de la región.
Hoy nadie duda de que la intención política sea cerrar el hospital y delegar la prestación del servicio de nivel II a la IPS del municipio de Cartago. Lo curioso es que la medida aún no se haya aplicado y a la postre terminó por empeorar su crisis, como si se tratara de un paciente al que le aplicaron una inyección letal.
Hay quienes creen que detrás de la liquidación lo que hay es “un apetito burocrático politiquero por manejar la torta presupuestal de la salud en esa zona del departamento”, dijo Jesús Mario Corrales, director de la fundación Nuevo Amanecer, que atiende a las víctimas del conflicto armado.
Sin embargo, el mandatario del Valle le salió al paso a las críticas y aseguró a Semana.com que su “voluntad como gobernador no es la de liquidar ese hospital, sino de reestructurarlo, aplicarle una reingeniería”.
Recordó que su mandato heredó los problemas de una casa de salud “que ha sido muy mal administrada en el pasado. Dicho de otra manera, se han perdido muchos recursos y estoy hablando de temas de corrupción que tendrán que investigar las autoridades”.
Y argumentó que junto al Ministerio de Salud y la División de Apoyo Fiscal (DAF) del Ministerio de Hacienda, gestiona recursos para enfrentar la crisis del HDC, “y ellos están con la mejor voluntad de salvar ese hospital”.
Mientras llegan las anunciadas ayudas, las 64 camas de que dispone el HDC seguirán vacías porque en la moderna infraestructura no hay insumos ni especialistas para atender a los pacientes.
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