«Vienen de la tierra y en la tierra se quedan», explicó a la AFP Castillo, dueño de la patente de estos féretros elaborados con cascarrilla de arroz, bagazo de caña de azúcar, una planta llamada fique y hasta cáscara de papa o mandioca.
Biodegradables, los ataúdes solo tienen entre sus elementos una resina que no proviene directamente de la naturaleza.
«Se innovó para bien del planeta, porque para hacer un ataúd se necesitan dos árboles y con esto no se le quita ni un árbol a la naturaleza, más bien se le beneficia», dijo este emprendedor de 57 años, a la cabeza del Taller Funeraria Castillo, que ha pertenecido por décadas a su familia.
La idea de hacer cofres biodegradables se le ocurrió a Castillo hace poco más de cuatro años en Europa, donde vivió una temporada y tuvo oportunidad de ver, por ejemplo, cómo los españoles hacían láminas «con residuos de olivo, sin utilizar árboles».
Luego, volvió a Cali y puso manos a la obra: se dio cuenta de que era más fácil crear moldes para verter la mezcla natural y dejarlos secar para obtener féretros de una sola pieza y fabricó los 10 primeros.
El producto resultante es, además de biodegradable -pues se estima que la tierra reabsorba un ataúd en unos seis años-, hermético y resistente, dijo.
La venta de las primeras unidades vino de la mano de la obtención de una patente y ahora, cuatro años después, ya produce 100 ataúdes mensuales para el mercado colombiano y ha recibido ofertas de compradores e inversores internacionales.
«Me han llegado ofertas de chinos, japoneses, para que les enseñe a hacerlos, pero las rechacé, porque también hay muchos interesados en comprarlos en Estados Unidos, España y otras partes. Por falta de capital, recién en unos meses es que pensamos hacer la primera exportación a Miami», detalló.
Uno de los principales clientes de Castillo, Jairo Galeano, jefe de Funeraria Los Olivos en Cali, dijo que compran los ataúdes ecológicos «pensando en nuestro planeta», porque los de madera lo que hacen es «destruir» el medioambiente.
Para Castillo, son muchas las ventajas de fabricar estos ataúdes frente a los tradicionales de madera. Como el proceso es manual, ahora su empresa consume solo 10% de la energía de antes, pero además, «como no hay máquinas, no se produce ruido y tampoco hay trabajadores heridos», como ocurría al fabricar los cofres convencionales.
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