La realidad de la comunidad del barrio Chachafruto, al suroriente de la capital caldense, conformada por 260 habitantes, empezará a cambiar tras el diagnóstico del proyecto de mejoramiento, resultado del convenio entre la Alcaldía de Manizales y la U.N. Sede Manizales.
En la propuesta es prioritaria la relocalización de 31 familias, equivalentes a 104 personas que habitan en 34 viviendas ubicadas en zona no mitigable; es decir, donde no se pueden atenuar los daños potenciales por eventos ambientales, inundaciones, sismos, avalanchas, etc.
“No queríamos romper el tejido social que se viene fortaleciendo desde hace años, por eso le apostamos a la relocalización. Aunque es costoso un mejoramiento de la zona, lo es más reubicarlos en otros espacios de la ciudad”, enfatiza Juan Gabriel Hurtado Isaza, investigador de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo y coordinador del proyecto, desarrollado entre 2013 y 2014 por un grupo de 20 estudiantes de la línea de profundización Hábitat del programa de Arquitectura y Urbanismo.
La iniciativa de la U.N. sirvió como base para desarrollar un debate en el Concejo Municipal. A finales de 2015 la Comisión Primera aprobó el Proyecto de Acuerdo 130, por el cual se varía la destinación de bienes de uso público de una franja de terreno del sector del Bosque Popular, donde está ubicado el barrio Chachafruto, y se canjea por dos predios ubicados en el Ecoparque Los Alcázares.
“Esto permitirá mejorar las condiciones urbanísticas y sociales, además de la calidad de vida de la comunidad, puesto que permite viabilizar la titulación de los predios resultantes del proyecto de legalización de este barrio”, afirma Luis Gonzalo Valencia, presidente del Concejo Municipal.
Una de las beneficiadas de esta iniciativa será Olivia Marín, la habitante más antigua de la zona, quien a sus 90 años anhela tener el documento que le confiere el título de propietaria de su casa, una noticia que espera celebrar con su hija Belén, representante de la Junta de Acción Comunal.
Proyectan legalidad
Chachafruto alberga 66 edificaciones asentadas sobre un territorio considerado como zona de alto riesgo por deslizamiento.
Precisamente, debido a la inestabilidad del terreno, un alud de tierra sepultó a una madre y su hija en 1999. Nueve años después, otra avalancha estuvo a punto de provocar una nueva tragedia en esta área de 11.800 metros cuadrados, ubicada en lo que décadas atrás era conocido como el Club Campestre, y en la actualidad es el centro recreacional Bosque Popular.
Por eso, la iniciativa de la U.N. integra también el reacondicionamiento de las viviendas (la mayoría levantadas por autoconstrucción), ya que registran deterioro progresivo por la baja calidad de sus materiales (cemento, tejas de zinc, ladrillo, bahareque). Estas no resistirían, por ejemplo, movimientos sísmicos.
El proyecto, respaldado por las políticas de Mejoramiento Integral de Barrio (MIB) contempladas en el Conpes 3604 del Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio, sugiere la construcción de una red de pasarelas elevadas en guadua para reemplazar el puente que la comunidad construyó hace unos años sobre un tubo de agua. Otra posibilidad es hacer un anillo vial para desembotellar el lugar, y así facilitar el acceso y salida al barrio a través del diseño de un circuito que conecte a Chachafruto con Guadualito (barrio adyacente).
“Chachafruto se caracteriza por la ocupación de una franja muy estrecha de terreno que no ofrece posibilidades de expansión, este aspecto obliga al planteamiento de nuevos modelos de ocupación para las viviendas. Por ello, sugerimos un diseño en forma vertical, con estructuras sismorresistentes y óptimos sistemas de saneamiento básico”, precisa.
Debido al reasentamiento de algunas viviendas que generan espacios baldíos, propensos a la invasión, se debe tener en cuenta el diseño de un circuito articulado de parques y senderos peatonales.
“La idea es aprovechar la infraestructura física de Chachafruto, así como potenciar las fortalezas del territorio sobre el que se asienta (zonas verdes, relación con el Bosque Popular y Expoferias, vías principales, etc.) para desarrollar actividades alternativas que lo conecten con el resto de las dinámicas urbanas”, describe el arquitecto Hurtado.
El diagnóstico comprobó también la importancia de replantear algunas de las obras de infraestructura existentes, como box coulvert o alcantarillas de cajón (algunas casas construidas sobre ellos), muros de contención, canalizaciones y redes básicas de acueducto y alcantarillado.
Para acceder al lugar en automóvil existe una vía de apenas 695 metros de largo, donde solo cabe un carro, y para quienes van caminando, una calle peatonal que conduce a la avenida Alberto Mendoza, sector de mayor valorización de Manizales, rodeado de exclusivos condominios y edificios de estrato seis.
A lo anterior se suma la legalidad de los predios, pues según el estudio solo 13 habitantes aseguran ser propietarios a través de una carta venta, documento que consta de un registro notarial.
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