Los tiempos de la dirigencia política en este país no van al paso con la solución de las muchas necesidades colectivas. Ejemplos al canto: la salud espera que, por fin, las Eps paguen lo que les deben a los hospitales. Los estudiantes anhelan que los sucesivos gobiernos cumplan lo prometido. Los trabajadores desesperan por los incumplimientos en la regulación justa del salario mínimo y de las jubilaciones. En fin…
Pero hay otro ejemplo que es la tapa de la olla: el 4 de julio de 1991 la Asamblea Nacional Constituyente aprobó el texto definitivo de la Carta Magna que nos rige desde entonces y de la que se dijo que le rompió varias vértebras a la de 1886, centralista al extremo. Y tuvieron que pasar 20 largos, larguísimos años, para que el Congreso de la República aprobara los 40 artículos que contiene la Ley 1454 del 28 junio de 2011, que reglamentó el mandato de esa misma constitución en lo referente con el necesario ordenamiento territorial que consulte las realidades de la Colombia de hoy, bien distintas a la de comienzos del siglo 20 cuando se crearon la mayoría de los actuales departamentos, con las reformas promovidas por el entonces presidente Rafael Reyes.
El grueso de esta norma regula la creación y el funcionamiento de las Regiones, con la unión de dos o más departamentos (se supone que completos) y ya se están viendo algunos resultados. Están conformadas varias Regiones Administrativas de Planeación -R.A.P.-, entre ellas la del Eje Cafetero, que comienza allí no más, a 400 metros de nuestra sala de recibo, el Parque de Bolívar, pero a la cual no pertenecemos porque somos parte de otro departamento, con su capital en la quinta con porra, a 200 mil metros y que es -lo he dicho muchas veces- no solo distante… sino distinta. A escasas cuatro cuadras al norte ha comenzado a producirse un hecho trascendental y que comprueba, una vez más, que “la historia se muerde la cola”: Caldas, Quindío y Risaralda se vuelven a unir.
Pero el artículo 16 de esta Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial -L.O.O.T.- establece que: “Dos o más municipios geográficamente contiguos de un mismo departamento podrán constituirse mediante ordenanza en una Provincia Administrativa y de Planificación por solicitud de los alcaldes municipales, los gobernadores o del diez (10%) de los ciudadanos que componen el censo electoral de los respectivos municipios, con el propósito de organizar conjuntamente la prestación de los servicios públicos, la ejecución de obras de ámbito regional y la ejecución de proyectos de desarrollo integral, así como la gestión ambiental”. Hasta ahora, que yo sepa, solo en Antioquia se están dando los pasos para la reaparición institucional (porque antaño existieron) de estas unidades administrativas: las P.A.P.
En los demás departamentos (incluyendo este al que, hasta ahora, pertenecemos) no existe la voluntad política para modernizar su administración, descentralizando funciones y recursos. No se ha hecho uso del parágrafo de ese mismo artículo 16 que dice: “Corresponde a las Asambleas Departamentales crear las Provincias, previa autorización de los concejos municipales”. Es que ni los alcaldes, ni los sucesivos gobernadores, ni aún los mismos ciudadanos se han percatado de la importancia de esta norma. Y uno no sabe si es solo eso (ignorancia) o simplemente… mala voluntad. Ganas de seguir mangoneando con mañas el presente de los ciudadanos.
Existen recursos para ponerlas a funcionar. El artículo 18 de la misma Ley establece que pueden existir Convenios Plan con el gobierno nacional, que no son otra cosa que la posibilidad de que éste pueda contratar la ejecución asociada de proyectos estratégicos de desarrollo territorial, en conjunto con estas mismas Provincias. O sea: habría recursos no solo del presupuesto departamental para que las Provincias operen -tal vez insuficientes- sino inclusive del nacional.
Y conocida ya la noticia de que varios alcaldes de nuestro Norte se reunieron para ver la manera de trabajar juntos, hay que decir que cada uno puede constituir su Comité de Ordenamiento Territorial -COT Municipal- que estaría integrado por el alcalde o su delegado quien la presidirá. El Secretario de Ambiente y Desarrollo Rural o instancia similar o su delegado. Un delegado del IGAC. Un delegado del director de la CAR respectiva. Un experto de reconocida experiencia en la materia nombrado por administración municipal. Dos expertos de reconocida experiencia en la materia designados por el concejo municipal. Y dos expertos académicos especializados en el tema designados por el sector académico del municipio.
¿Cuál alcalde de los 18 norteños se le mide a convocar una gran conferencia-foro sobre este tema? El invitado especial debería ser el ex ministro Jaime Castro quien, con toda justicia y razón, es llamado “el padre de la descentralización en Colombia”. Y podríamos estar, también, acompañados de la nueva ministra del Interior para que escuche a todos los alcaldes, concejales, gremios, entidades cívicas y líderes comunales y sociales que asistan a ese encuentro. (Desde el bachillerato y más en la universidad, he sido enemigo de las conferencias magistrales y siempre “patalié” para que hubiera foro. Hay que escuchar a la gente).
De contera, podríamos convertir con este acto a nuestra futura provincia (Quimbaya-Robledo) como la pionera en este proceso, lo que nos daría toda la autoridad para reclamar que sea el prototipo, la Provincia Piloto para toda la nación, el laboratorio en donde se pruebe y se compruebe la bondad de todas estas reformas. Y, claro, cuenten conmigo… “pa´las que sea”. Ojalá les quede sonando a todos este Pap… Pap… Pap… como una onomatopeya amorosa, como el palpitar del renovado corazón norteño. Amén.
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