En los últimos días son varias las noticias que nos hacen ver con claridad quiénes somos, y hacia dónde vamos.
Por un lado, nos vemos en la particular y ridícula comedia promovida desde la gobernación del Valle del Cauca, al enfrentar a dos municipios hermanos del Norte del Valle por una sede regional de la Universidad del Valle. En realidad, no me imagino que piensan los alcaldes de ambos municipios, pero si puedo imaginarme a la dirigencia departamental con sede en la ciudad de Cali, sonriendo ante una pugna bizantina entre dos municipios norte vallecaucanos por una universidad, que solo es una universidad real en la capital del departamento.
Ya que en sus sedes regionales Univalle no pasa de ser un contentillo para las comunidades a las que beneficia, con programas de escasa cobertura, con oferta académica limitadísima y que no aporta a las necesidades reales de desarrollo de los municipios, especialmente de los del Norte del Valle.
Consecuencia de esa pobre política de educación superior del departamento del Valle del Cauca, es que nuestros jóvenes deben desplazarse a los departamentos vecinos del Quindío, Risaralda y Caldas, para realizar un pregrado o un posgrado de calidad.
Los alcaldes de Cartago y Zarzal no deben enfrentarse por algo que en realidad no vale la pena, ni va a solucionar la necesidad que existe, en nuestro norte, de una universidad pública propia, que no dependa de la politiquería caleña; por el contrario, deben unirse a los demás municipios nortevallecaucanos y crear nuestra propia universidad con sedes en todos nuestros municipios.
Y solo se logrará eso con la unión nortevallecaucana, porque, como un reconocido concejal de la ciudad de Cartago manifestó en los medios, la inversión en Cartago, en Zarzal o en cualquier municipio del Norte del Valle, por parte del departamento, son cifras que dan tristeza y dolor, al compararlas con las cifras de inversión departamental en la ciudad de Cali y en su área metropolitana.
Ese es el departamento al que tristemente pertenece el Norte del Valle, nada que ver con nuestros vecinos del eje cafetero, quienes avanzan en su propio sendero de desarrollo sin el centralismo agobiante de una capital como Cali, en donde se queda la mayor parte de la inversión pública.
Ahora, el eje cafetero se expande al incorporar al departamento del Tolima en su RAP; planean mega obras que impacten positivamente el desarrollo de los cuatro departamentos; e incluso, Telecafé tendrá inversión tolimense lo que les permitirá fortalecerse como el canal regional más importante del país.
El Valle del Cauca tiene mucho que aprender del Eje Cafetero: descentralización, optimización de los recursos, desarrollo en toda la región, no solo en sus capitales, y visión regional, algo que desconocen en Cali.
Así que, en lugar de pelear por un centro regional de una universidad que no nos representa culturalmente y no cubre nuestra demanda de educación superior, debemos unirnos y mirar al norte, hacia el eje cafetero, de esa manera algún día podríamos imitar al Tolima y solicitarle al viejo Caldas que no permita integrarnos a ellos como el Departamento del Norte del Valle.
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