Me llegan mensajes por el féisbu que tratan de informar sobre lo que está aconteciendo con el virus asesino regado por todo el mundo. Y encuentro también otros, muy bien traídos, que nos orientan hacia el inmediato futuro. Los primeros son la repetición de lo escuchado en la radio y visto en la televisión. Los segundos son opiniones de personas sensibles, de esas que nos dejan pensando. Meditando.
Por ejemplo: hay un texto del científico Albert Einstein en el que entrega sus criterios sobre las crisis: “La creatividad nace de la angustia (…) Es en las crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias (…) Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina (…)”. Es lo que siempre se ha dicho y de allí nace esa palabra nueva que ya todo el mundo emplea: resiliencia. La capacidad de sacar soluciones en las grandes dificultades, de superar el presente funesto.
Otro que firma Fany Gesto (de quien nunca he oido hablar) y que trae estas frases: “Estamos viviendo algo histórico: el año que la Tierra solita obligó al mundo a detenerse (…) Esto no ese el apocalipsis, pero puede ser una oportunidad de entender el propósito real de nuestro paso por el mundo, cuando Europa se ve más afectada que África, cuando un beso pasa a ser un arma, cuando el dinero no te salvará, cuando la vida como la entendíamos hasta ahora, se detiene, para todos, y el tiempo se vuelve un castigo… tal vez cuando volvamos a caminar, caminemos más despacio, más cercanos, más humildes, más humanos”. Que la historia se ha detenido… para cambiar cosas de este mundo loco. Para que quede patentizada la estupidez del modelo gringo, en donde se estima más el carro del año, que la lucha por la vida diaria. Ya he transcrito en algún artículo la frase de El Quijote: “Bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo, será imposible”.
Pero el mensaje más conmovedor es éste: “Era el 11 de marzo del año 2020, pero la primavera no lo sabía. Los brotes seguían saliendo a pesar de la cuarentena obligada. El miedo se hizo real. El año en que el mundo pareció pararse y la economía desplomarse. Pero la primavera no lo sabía. Las rosas volvieron a florecer, las flores dieron paso a los frutos. Llegó el verano. Llegó el día de la liberación. El primer ministro anunció que la emergencia había terminado y el virus había pasado. Salimos a la calle llorando. La primavera no lo sabía… y enseñó a todos la fuerza de la vida”. Es un video del que he extractado las frases principales. La voz es de una mujer con acento español, pero habla de la crisis en Italia, el país europeo más afectado, con un mayor número de fallecidos en esta epidemia.
Por eso -por la gravedad de lo que está pasando en el mundo entero y que se vislumbra para nuestro país- causó impacto la frase de la presentadora del noticiero de televisión nocturno de Caracol. “Ay… Dios mío” alcanzó a exclamar (creyendo que ya se había apagado su micrófono), cuando habían terminado de informar sobre los comentarios de algunos dirigentes -alcaldes y gobernadores, entre ellos- adversos con respecto a lo ordenado por el decreto presidencial, dictado en uso de las facultades constitucionales, que permite la declaratoria de la emergencia nacional ante causas muy graves que afecten la salud o la economía de los colombianos. Es que la pugna se presentó porque esos gobernantes ya habían ordenado, en las horas de la mañana, a los ciudadanos de sus jurisdicciones que durante este fin de semana tendrían que quedarse en sus casas, porque habría toque de queda. Y entre ellos mismos los horarios diferían.
Y a mediodía el gobierno nacional, con base en esa emergencia decretada, ordenó una medida igual pero con la edad para adultos mayores de 70 años o más, cuando los alcaldes habían ordenado ese enclaustramiento para los mayores de 65. Además, obligó a esos ciudadanos a no salir durante las 24 horas del día y por un periodo de mes y medio, mientras esos alcaldes lo hicieron solamente para este puente. Y la misma Constitución Nacional dice que, independientemente de la autonomía y la descentralización imperante en todo el país, el alto gobierno tiene la facultad de imponer sus órdenes con estos decretos extraordinarios. Es que, a pesar de la buena fe y la tranquilidad demostrada, el mandatario nacional en algunas ocasiones… como que ha ido a remolque. Parece que no quiere echarse encima a los alcaldes y gobernadores.
Coletilla 1: Carlos Holmes Trujillo no da pie con bola. Su paso por la cartera de Relaciones Exteriores dejó un reguero de graves equivocaciones, como el apoyo irrestricto al tal Guaidó que no lo tiene ni siquiera entre la oposición venezolana. Y como ministro de Defensa… tampoco es que haya estado acertado. En la rueda de prensa en la que, junto con la ministra del Interior, se informó este miércoles que pasó sobre las medidas que le salían al paso a lo dispuesto por algunos alcaldes y gobernadores, amenazó con cárcel a los que no las obedecieran. Y eso fue lo que los alebrestó.
Coletilla 2: Me quedé sin saber quien fue quien en la serie de TeleCafé “La mariposa verde”, que aludió acerca de la desmembración del Viejo Caldas, con la creación de Quindío y Risaralda. Es que les cambiaron los nombres a algunos personajes -al parecer reales- que allí aparecieron: el anciano defensor de la integridad de Caldas, a toda costa… hasta con medidas de fuerza. El abogado que jugó a dos bandas. El periodista que daba las noticias. Y la mujer liberada, que se convirtió en líder de ese proceso. Hasta el “turco” risaraldense (allá llegaron muchos) perdió su verdadero nombre. Tendrán que grabar otro programa… en donde nos aclaren estas dudas a quienes no vivimos esa época.
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