En algún momento de la historia del Norte del Valle del Cauca, nosotros, los habitantes de esta región, empezamos a sentirnos como los hijos del vecino, como extraños en este departamento del Valle, como otros que no somos ni de allá ni de más allá.
¿Cuándo fue que ocurrió ese abrir de ojos y nos dimos cuenta de que no somos vallunos? Se podrían dar dos o tres fechas históricas, cómo cuando Belalcázar (el mismo que nos señala despectivamente con un dedo) ordenó el asesinato del Mariscal Jorge Robledo, o cómo cuando los pájaros en la violencia de los años cincuenta, recibían órdenes oficiales desde Cali para aterrorizar el Norte del Valle.
Lo más probable fue que nos sentimos extraños en este departamento cuando nuestros hermanos Paisas de Pereira y Armenia, concretaron los anhelos políticos de liderar sus propios departamentos, y eso fue en los años sesenta.
Hoy, podemos observar el desarrollo de las tres ciudades del eje cafetero, mucho más jóvenes que Cartago, con asombro, porque pasaron de ser pueblos cafeteros a grandes urbes que rivalizan entre ellas, por el liderazgo en el viejo Caldas.
Mientras Cartago, la ciudad caucana, se sumió en el letargo que ya traía del siglo XIX y que conservó hasta que la migración Antioqueña le dio una bocanada de vida a ésta ciudad y a todo el Norte del Valle del Cauca. Sin embargo, ese caudal humano llegado con la Colonización Antioqueña y que integró cultural y económicamente, a nuestra región al mundo de Antioquia La Grande, transformando a Cartago en una nueva ciudad Paisa, no fue lo suficientemente fuerte para seguir los pasos de las dos ciudades hermanas, capitales de Risaralda y Quindío.
Se podría hablar de muchas causas, pero podríamos detenernos en una sola de ellas: esta región del Norte del Valle intentó en los años ochenta desligarse de Cali y crear al departamento de Quimbaya, y ya sabemos que no se pudo simplemente, porque no hubo unión entre los políticos de la época y la politiquería caleña logró dividir aún más, a aquellos líderes nortevallecaucanos, y dar al traste con las intenciones de la independencia.
Ya han pasado casi cuarenta años desde el último intento de separación, y en esos cuarenta años, Cartago y el Norte del Valle se han integrado con más profundidad y arraigo al eje cafetero. La ciudad de Pereira es nuestro referente en desarrollo, la ciudad de Manizales es nuestro norte cultural y la ciudad de Armenia es el ejemplo político que debemos seguir.
¿Seguiremos eternamente esperando a que nuestros políticos nortevallecaucanos se sienten y elaboren una propuesta, un manifiesto, una línea política clara que permita a este norte alcanzar el anhelado sueño de convertirse en el Departamento de Quimbaya?
Confiemos en que la espera no será eterna. Pero la espera desespera.
Confiemos en que los alcaldes del Norte del Valle del Cauca reaccionarán como un solo cuerpo y consolidarán la recién creada Asociación de municipios del Norte del Valle como una fuerza política que permitirá la creación de nuestro departamento.
Algunos pasos ya se han dado, pero se necesita más visibilidad de nuestros alcaldes, que nos hablen, que nos digan qué piensan al respecto y si están dispuestos a desobedecer a sus amos políticos de Cali y entrar a la historia Colombiana como los fundadores del Departamento de Quimbaya.
Sí, nortevallecaucanos o quimbayences, confiemos.
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