El 14 de noviembre de 2010, cuando se movilizaba en su vehículo Chevrolet Corsa, en un retén de la policía fue detenida la modelo y presentadora de televisión regional, Angélica Ramírez. Un año después, fue condenada a 14 años de prisión por los delitos de terrorismo y extorsión agravada. Según la justicia, en asocio con guerrilleros del frente 17 de las Farc, ella intervino en un ataque con explosivos a un hotel situado en Neiva. Permaneció casi tres años en prisión, hasta que el Tribunal Superior de esa ciudad, reconoció que había sido un error y la absolvió. Ahora, está libre para contar su dura historia.
No lo había hecho en detalle porque la Fiscalía insistió en sus señalamientos y debía esperar a que la Corte Suprema de Justicia se pronunciara. Lo hizo el pasado 25 de marzo rechazando el recurso del ente investigador. Hoy, de regreso a sus actividades profesionales, de nuevo con su hijo, agradece a Dios porque la verdad se impuso, pero también sostiene que muchas veces los fiscales y jueces no se detienen a pensar en el sufrimiento que causan. Su caso es uno más de muchos inocentes, víctimas de los testigos falsos. Todo sucedió porque la justicia creyó que Angélica Ramírez quería vengarse de su expareja.
Paradójicamente, este caso no empezó por el atentado terrorista mismo, sino porque dos empresarios de transporte denunciaron que estaban siendo extorsionados por sujetos del frente 17 de las Farc. En desarrollo de la investigación, la Fiscalía encontró que había otras víctimas del mismo delito. Entre ellas, Gustavo Ortiz Dicelis, dueño del hotel Mar Azul, quien reveló que después de varias llamadas extorsivas a las cuales no les quiso dar atención, el 24 de junio de 2010, desconocidos arrojaron una granada contra la edificación, causando enormes destrozos. Luego, lo llamaron para insistir en las amenazas.
Las averiguaciones de la Fiscalía, con base en el celular del cual se habían hecho las llamadas, permitieron individualizar a un sujeto conocido como John Fáber Montoya, quien resultó ser un guerrillero de las Farc, que de inmediato optó por colaborar con la justicia. Gracias a sus delaciones se produjeron varias capturas, entre ellas la de Angélica Ramírez. En particular, el testigo aseguró que días antes del atentado contra el hotel, la modelo se había reunido con los comandantes del frente 17 en área rural de Vegalarga, y en dicha reunión les había dado información personal, familiar y comercial de su expareja.
El Juez penal de Neiva que llevó el caso, concluyó que Angélica Ramírez y Gustavo Ortiz habían terminado su relación desde 2009, pero tenían dificultades personales. Es decir, que existía una animadversión de ella y por eso, fue la persona que hizo surgir la idea criminal de la extorsión y el atentado terrorista. Sin credibilidad para la defensa, Angélica Ramírez fue condenada. El caso fue apelado, llegó al Tribunal de Neiva, y una sala de tres magistrados examinó a fondo el caso, y concluyó que el testigo carecía de veracidad, situación que después él mismo admitió, manifestando que lo habían inducido en su confesión.
El Tribunal Superior de Neiva, concluyó que John Fáber Montoya, mintió deliberadamente, y no por un error o una imprecisión, sino con un velado sesgo de falsedad. El sujeto sí era guerrillero, pero ni tenía acceso a los comandantes del frente 17, ni resultó cierto que él pudiera verificar que Angélica Ramírez hubiera suministrado información alguna sobre su excompañero Ortiz Dicelis. El 30 de septiembre de 2013 fue absuelta, pero aunque recobró su libertad, tuvo que esperar 18 meses más en silencio, hasta que la Corte Suprema de Justicia inadmitió los alegatos de la Fiscalía, que hasta último momento persistió en su caso.
En diálogo con el proyecto contra los falsos testigos, que dirige el abogado Luis Gustavo Moreno, la modelo y presentadora Angélica Ramírez contó que después de que la detuvieron en Neiva, el investigador de la policía que le colocó las esposas no dejó de decirle una y otra vez: “usted es una prepago, usted es una guerrillera”. Fueron tales los maltratos verbales del uniformado, que una mujer que lo acompañaba le dijo: “ya, déjela tranquila”. Aun así, cuando la llevaron a legalizar la captura, el investigador no dejó de decirle: “usted se va a podrir en la cárcel 50 años”. Pasó tres días en la Sijin, durante los cuales perdió cinco kilos.
Una vez empezó la audiencia, su primera sorpresa fue saber que su expareja la había denunciado, diciendo que ella lo extorsionaba y que era la periodista de las Farc. Casi al borde del desmayo, su familia iba a pasarle una botella con agua, pero el policía investigador no lo permitió. Cuando su familia reclamó en voz alta, el juez que estaba tomándose una Coca Cola, se acercó y le manifestó al policía: “Deje que se tome esto”, y luego en voz baja le dijo a ella: “Yo creo en su inocencia”. Cuando un familiar de ella le preguntó entonces por qué debía ir a la cárcel, él agregó: “Sólo digo que busque un buen abogado”.
La condujeron a la cárcel de Rivera. Ya en ese momento los noticieros abrían sus espacios con el boom de la noticia. Mientras a ella, algunos guardianes la recibían diciéndole: “Ay que pesar, llegó la modelito”, un coronel de la Policía declaraba públicamente: “Hemos dado un golpe fuerte a las Farc, le hemos quitado una de las terroristas más grandes. De ahí en adelante hubo licencia para el maltrato. Angélica Ramírez, cuenta que un día estaba haciendo fila para la comida y una dragoneante le dijo: “Angélica no come”. Ella le reclamó que la comida la daba el Inpec. La dragoneante repuso: “Sí, pero no come”, y la sacó.
Le robaron su ropa, sus útiles de aseo. En los primeros días del conteo de la tarde, escuchaba cuando decían: “Esa es la gomelita, la modelito”. Así se fue acostumbrando. Fueron nueve meses tomando pastillas para la depresión, para tratar de dormir. Casi al mismo tiempo en que seguía siendo noticia de los periódicos regionales. Pero su sorpresa mayor fue cuando escuchó decir a su expareja: “Yo jamás dije que Angélica era guerrillera o terrorista. El Gaula llegó a preguntarme por el atentado que me habían hecho y yo dije que con la única persona con quien tenía inconvenientes era con mi exesposa”.
Entonces, el abogado de Angélica le preguntó, pero es que usted firmó esta entrevista, y él respondió: “Esa si es mi firma, pero yo nunca dije todo eso”. Ya condenada a 14 años de prisión y a tres meses de cumplir tres años en la cárcel, un día llamó a su casa y uno de sus familiares le contó que en las noticias acababan de decir que el testigo estrella, que tenía en la cárcel a la presentadora del Huila, la Fiscalía lo acababa de retirar de Justicia y Paz, por tratarse de un testigo mentiroso. En ese momento ya había fallecido su padre, quién lloró hasta el último día de su vida pensando en la suerte de su hija Angélica.
Tan duro como el momento en que su hijo de ocho años le dijo por teléfono llorando: “Mamá, estuve en un centro comercial y había unas filas de gente comprando una revista con una foto tuya, diciendo que tú eras una bella muy mala. ¿Por qué mis compañeros dicen que soy un buen estudiante, que juego bien fútbol, pero que al menos ellos no tienen una mamá guerrillera? ”. Angélica Ramírez sostiene hoy, que llegó a pesar 48 kilos. A pesar de todo, optó por dedicarse a enseñarle a leer y escribir a varias de las internas, y en todas las audiencias de su interminable caso, se puso bonita para que salieran bien las fotos.
Cuando recobró su libertad, se enteró que el testigo falso no sólo la tenía a ella en la cárcel, sino también a once personas más, todos inocentes. Un taxista, un campesino, una señora de un restaurante. Todos los casos se cayeron. Entonces el personaje habló con su familia y le dio a entender que el Gaula había realizado todo el montaje. “Cogieron a la más pendeja, de procedencia campesina, de un pueblo golpeado por el conflicto armado, periodista”, agrega Angélica Ramírez, quien hoy vende ropa, hace publicidad para redes sociales y empieza a recobrar su rol profesional y su vida familiar como madre soltera.
Hace algunos días, por casualidad, se encontró con una de las mujeres que le llevaba arroz ahumado y huevo salado a la cárcel y le dijo: “Angélica, me alegra tanto ver cómo Dios cumple sus promesas”. Hoy, tratando de recuperar el tiempo perdido, pero segura de que fue un propósito divino, la modelo y presentadora expresa que le gustaría encontrarse con el coronel Flavio Mesa, que la presentó como terrorista para decirle: “¿Usted no piensa en sus hijos o en su familia cuando hace cosas como las que me hizo a mí? Pero ya lo he perdonado de corazón y le pido a Dios que toque el suyo, para que jamás en la vida vuelva a hacerlo”.
El condecorado oficial que dio el “positivo”
Cuando se hizo efectiva la captura de la presentadora Angélica Ramírez hubo un amplio despliegue propiciado por el Comando de Policía del Huila. Ese día, el coronel Flavio Mesa, ante una nube de periodistas y cámaras de televisión, le contó el caso al país.
El oficial Mesa tiene en su trayectoria en la institución oficial, entre otros cargos, el de jefe del Área de Patrimonio Económico de la Dijín, entre el 1º de agosto de 2007 y el 24 de junio de 2008, y jefe del Área de Delitos Especiales de la Dijín, del 25 de junio de 2008 al 5 de enero de 2009. Posteriormente llegó a la comandancia en Cundinamarca. De allí pasó a dirigir la Policía en el departamento del Huila, cuando se presentó el polémico caso. El 11 de julio de 2014 retornó al comando en Cundinamarca, donde trabaja actualmente. Ha recibido varios reconocimientos por su trabajo. Precisamente, hace unos meses el gobernador Álvaro Cruz, investigado por el carrusel de la contratación en Bogotá, condecoró al coronel Mesa por su labor.
El drama por un lío sentimental
Gustavo Ortiz Dicelís fue durante varios años, la pareja de la presentadora Angélica Ramírez. Es un empresario dedicado al negocio de la hotelería. Para el momento de los hechos, en 2010, era propietario del Hotel Mar Azul en Neiva y de otros moteles en esa capital. Fue quien recibió una llamada extorsiva de alias “Camilo” un supuesto integrante de las Farc, quien le pidió $200 millones por no haberle entregado una casa a la presentadora. Según denunció Ramírez, su exesposo Ortiz le ordenaba a sus escoltas que la golpearan al tiempo que él la amenazaba: “Me decía que si no estaba con él, pues que prefería que estuviera encerrada o no sé de qué manera, menos que estuviera con otra persona, por eso lo tenía demandado”, recuerda la presentadora.
Fuente: Norbey Quevedo Hernández / El Espectador
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