Como sé que algunos oyentes, fieles de estos comentarios, están esperando mis opiniones con respecto a la celebración de los 40 años de la creación de la Diócesis de Cartago, para hoy he decidido intentar alguna aproximación a este tema, no obstante el completo cubrimiento y la total información que este medio de comunicación social realizó con motivo de ese onomástico, el sábado pasado; y haber oído las opiniones expresadas por personas mucho más calificadas que este pobre e inconstante feligrés, para hablar de asunto de tanta trascendencia para Cartago y casi todo el Norte del Valle; y a riesgo de cansar a la audiencia multitudinaria, que creo se encuentra ya saturada del tema.
Y como han sido tantas y tan calificadas las afirmaciones que sobre la labor de la Diócesis y por estos mismos micrófonos se han difundido, a mí sólo me queda hablar concretamente de estadísticas y hacer una que otra pregunta.
Don Luís Alberto Vicuña (el mejor gerente que han tenido las Empresas Municipales, cofundador además de casi todas las instituciones cívicas que en Cartago prestan su labor en beneficio de la comunidad y compañero de una de las tertulias diurnas que, una hora antes del almuerzo, sientan cátedra de historia, de civismo y de agradable y desestresante conversación y, por todo esto, obligado punto de referencia para las cosas buenas de Cartago) escribió una muy completa reseña acerca de esas labores de la Diócesis, la que fue publicada en el noticiero del mediodía del sábado. Él me ha entregado una copia de ese corto pero muy sustancioso escrito y de él resumo estas cifras que hablan, de manera contundente y nos demuestran que la Iglesia Católica aquí no se ha limitado a rezar padrenuestros y avemarías y a bendecir medallitas.
Oigan estas cifras: se crearon 19 parroquias, 11 en Cartago y las otras 8 en varios de los municipios nortevallecaucanos. En estos 40 años la Diócesis fundó 11 colegios, 7 de ellos en esta ciudad. Se construyeron 1.691 viviendas en 18 urbanizaciones, faltando en los datos de don Luís Alberto la colaboración que se prestó para las soluciones entregadas con la ayuda del Fondo para la Reconstrucción del Eje Cafetero -el “FOREC”- en municipios afectados por el terremoto de 1999.
La inversión en el plan de viviendas en Cartago es de 10 mil millones de pesos. ¡10 mil millones de pesos! Todo esto, además de la creación de varias instituciones especializadas, como el Seminario y otras, habla muy bien de esa labor social.
No sobra repetir que un comentarista da opiniones muy personales, por lo cual a uno no le queda más que hacer estas preguntas, también muy personales: ¿Qué hizo la clase política en Cartago, durante los últimos 40 años, que pueda siquiera parecerse a lo que acabo de relatar? ¿Habría sido esta celebración “media fiesta” sin la presencia de Monseñor José Gabriel Calderón, como también me lo aseveró un presbítero?
Cada cual, claro, es dueño de aceptar ser militante de la religión que escoja y eso está plasmado, inclusive, en nuestra propia Constitución Nacional, que protege ese derecho a la libertad de cultos. Yo expresé al comienzo de este comentario que intentaría una aproximación a esta celebración de los 40 años de la Diócesis, porque hacerlo es tarea bien difícil, ya que entra por caminos delicados de transitar y es, por eso mismo, meterse en las creencias de los radioescuchas que, para quien les habla, son sagradas.
Yo mismo reclamo para mí el derecho de orar tal como lo prescribe el Nuevo Testamento, creo que en el evangelio de San Mateo, en donde se dice que cuando se sienta la necesidad de comunicarse con el Supremo Creador, “entra en tu aposento, cierra la puerta y en silencio ora”. Personalmente, pues, yo prefiero ésto a esas plegarias ruidosas y, claro, no comulgo con los casos de histeria colectiva en los que algunas veces convierten las ceremonias religiosas. Esas “ruedas de molino” no me las trago.
Pero, independientemente de lo que cada cual crea acerca de la Divinidad y de la mejor manera de conversar con ella, tenemos que concluir que la Diócesis de Cartago desarrolló, en estos 40 años, una formidable labor social sin la cual, difícil, bien difícil sería contar hoy con la colaboración para las soluciones que ella ha aportado, en la búsqueda de arreglar, en parte, los problemas comunitarios que nos agobian.
Felicitemos, pues, a Monseñor Calderón Contreras y agradezcámosle, en nombre de casi todo el Norte del Valle, su labor. (Y digo que casi todo, pues Sevilla y Caicedonia, que hacen parte y muy importante de esa, nuestra “nortevallecaucanidad”, hasta hora pertenecen a otra diócesis: la de Buga).
(Comentario leído por el autor en junio de 2002, en su espacio del noticiero matinal de la emisora “Ondas del Valle” de Cartago, hoy desaparecida. Sobra decir que, 17 años después de este escrito… seguramente aumentó esta labor. Por ejemplo, con el Banco de Alimentos. Este recuerdo es mi aporte en homenaje al primer obispo, Monseñor Calderón, por los 100 de su nacimiento, quien invirtió toda su fortuna en obras sociales. El gerente de una entidad bancaria me contó que sus superiores le solicitaron desde Bogotá entregar al obispo una placa, como reconocimiento por ser uno de sus socios más antiguos. Y él mismo se lo confirmó: que su padre, cuando tenía apenas 14 añitos, lo llevó a ese banco para abrirle una cuenta, con el fin de que se fuera acostumbrando a manejar su inmensa herencia).
Gustavo García Vélez | CiudadRegion.com
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