El presente año 2020, será recordado por la historia, la oficial y la no oficial, no solo por ser el año de la pandemia de COVID-19, lo será también por el derroche politiquero y de corrupción en medio de una peligrosa emergencia sanitaria, y por el acercamiento masivo y profundo de la población, a las redes sociales y a toda clase de recursos virtuales que existen en el internet, como nunca antes se había visto.
Estamos ante un cambio social muy fuerte, y un cambio cultural muy profundo. Si es una evolución para bien o para mal, ya eso depende de nosotros y de nuestros gobernantes. Pero que hay una evolución, la hay.
Es lo normal en la vida de cualquier especie, el desarrollo de un proceso evolutivo que le permita a las nuevas generaciones, adaptarse mejor a su entorno; y eso, es lo que está sucediendo actualmente.
En primer lugar, y para las próximas pandemias, que auguro en unos cuantos años, provenientes, nuevamente, de China, ya estaremos mejor preparados, ya un aislamiento no nos va a coger con tanto temor y ansiedad; el uso de elementos de protección como el tapabocas, el lavarse las manos con frecuencia y el no acercarse al otro en espacios públicos, serán asuntos cotidianos que ya no serán referencias de ciencia ficción o de conspiraciones apocalípticas. El estado también debe estar mejor preparado, con mejores protocolos, con un mejor sector salud, con una capacidad de respuesta ante las emergencias, que le dé seguridad a la ciudadanía, si continuamos con un sistema de salud como el actual, seguiremos temerosos de cuanto virus natural o de laboratorio de guerra biológica, nos llegue. Y ese temor es peor que el mismo virus.
En segundo lugar, el internet evolucionará mucho más rápidamente que nosotros como sociedad, por lo tanto su buen uso y su mal uso deberá ser un tema de análisis permanente en las aulas de estudio y en el hogar, y con más fortaleza, en los foros políticos y gubernamentales; de no hacerlo, el internet podría dominar nuestras vidas, abolir nuestra cultura, nuestro idioma e historia, e imponernos modelos sociales de comportamiento y prácticas que son de otras latitudes, todo esto para dicha y gozo de tanto snob anti-nacionalista, que sueña escuchándonos hablar a todos los Colombianos, solo en inglés, cantando la música basura (reguetón, electrónica, pop…) que venden las grandes transnacionales de ese sector económico (no artístico),comiendo la basura que comen en otros países, y admirando estereotipos que nada tienen que ver con nosotros; porque, según ellos, hablar español, tener amor por su cultura y nacionalidad, y tener carácter, es malo, es de subdesarrollados y de cuasi terroristas que deben ser eliminados.
En tercer lugar, el sistema político de este país debe evolucionar, porque la tragedia que vemos hoy, no es solo la sanitaria, también es la tragedia de la vergonzosa actitud de un amplio sector de los políticos Colombianos, de funcionarios de alto rango y de gobernantes locales y regionales, dedicados a sus propios intereses particulares y políticos, desinteresados por el bienestar del pueblo que los elige para gobernar bien, no para lo contrario. Seguramente, veremos en el corto y mediano plazo, un cambio generacional en esos funcionarios y gobernantes, quizá mejor preparados académicamente, pero que definitivamente, debemos elegir por su compromiso social y ético, no como hasta ahora, por un billete de cincuenta mil pesos o de un bulto de cemento.
El país debe evolucionar en su estructura, Colombia no debe seguir siendo un país centralista que ignora a las regiones, especialmente a las provincias más pobres y olvidadas; no puede seguir siendo exclusivo en el desarrollo de unas cuantas ciudades en detrimento de las ciudades pequeñas y de los municipios y pueblos; no puede seguir imponiendo una forma de ver las cosas a través de unos canales de televisión abierta, que solo están sujetos a los caprichos de sus dueños, manipulando la información y encubriendo hechos nacionales, internacionales y mundiales, que debe conocer toda la población; Colombia debe evolucionar hacia la descentralización, hacia la conformación de regiones autónomas según su cultura, no su ubicación geográfica; hacia un sistema económico capitalista pero social y justo; hacia un sistema político de democracia en parte representativa y en parte participativa; y evolucionar hacia un país independiente, no la independencia que nos quieren hacer creer que tenemos, no, una independencia real, en la cual se puedan tomar decisiones para el desarrollo humano, económico, científico y tecnológico, sin tener que pedir autorización a Washington, al FMI, a la OMC ni a otros entes multilaterales, ni a grandes corporaciones financieras transnacionales dirigidas por extraños seres que no son humanos.
Algún día se irá el virus, y mientras llega la próxima pandemia, debemos hacer los cambios que como sociedad necesitamos, de lo contrario, fracasaremos como pueblo y nuestra historia será borrada y nuestra cultura olvidada, gracias a unos pocos que no saben gobernar, menos con una pandemia encima.
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