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Competitividad humana

A raíz del confinamiento obligado, por la situación inesperada y traumática del coronavirus, me reviven otras actividades de interés como la periodística, ejercida ocasionalmente en los ratos libres desde mi época estudiantil. Un tema interesante es la competitividad, especialmente después de repasar algunos aspectos del padre de esta teoría, el afamado profesor de la Universidad de Harvard Michael Porter.

Bajo un enfoque competitivo vale preguntarse por qué algunas ciudades y regiones en términos comparativos de tiempo y similitud de recursos presentan mayores desarrollos y logros que otros. Por qué ciudades del entorno como Pereira, Armenia y Cartago son tan disimiles en infraestructura, comercio, servicios y generalidades. Las 2 primeras tienen las ventajas de ser capitales departamentales, pero también menos edad, 156 y 130 años, que la antigua Cartago de 479 años que incluso en épocas pretéritas fue la capital de la provincia del Quindío, que las incluía.

Sin duda un factor diferenciador importante es el capital humano y político de las regiones. Los del Norte del Valle, posteriores a los de la capital provincial, con pocas excepciones parece que no dieron la talla unido a la lejanía y olvido de las jerarquías políticas de Cali. La división política y administrativa departamental minó la capacidad de desarrollo del Norte Valluno, pero eso no pasó en regiones más competitivas como por ejemplo en las que hacían parte del Viejo Caldas. Sus comunidades y fuerzas políticas hoy pueden mostrar con orgullo los pujantes departamentos de Risaralda y Quindío con jóvenes capitales competitivas y desarrollistas.

Esa competitividad debería florecer en cada servidor público o privado hasta contagiar los ciudadanos como agresiva y buena epidemia. El año pasado tuve la necesidad de hacer un cambio de acometida y contador de energía en mi casa de Cartago, cuando antes igualmente lo había hecho en Pereira, con experiencias muy contradictorias. El proceso en la última mencionada fue ágil y efectivo, si bien costoso no tanto como lo complicado, engorroso y súper costoso en Cartago. Empezando porque al recoger cotizaciones del medidor y materiales exigidos, curiosamente los proveedores cartagueños mostraban coincidencias en los altos costos de estos elementos como si estuvieran de acuerdo. Contrarios a otros que pagan por la investigación de precios de la competencia para mejorarlos. Obviamente los compré en Pereira y conservo aún cotizaciones, facturas y documentos de esta amarga experiencia, que se realizó mal, sin supervisión del interesado y casa vacía, dando lugar a reclamaciones posteriores incluyendo material sobrante costoso no utilizado.

Todo un trauma de alto costo que no le deseo a nadie, agravado con el hecho de tener que llevar todos los elementos a los lejanos talleres de EMC, en los ultra muros de la ciudad y para posteriores complementos y aclaraciones. Que desconsideración con los contribuyentes! Y como al que no quiere caldo se le dan 2 tazas se inventan un convenio con una entidad de nombre Rayco, donde cualquier inquilino sin autorización previa de los propietarios puede tomar préstamos y servicios con cargos diferidos en las facturas siguientes. Imagínense los problemas causados.

Esos altos costos son comunes en varias áreas, que hace que algunos con más facilidades se desplacen a otras localidades ocasionalmente para sus compras. Es bueno que funcionarios públicos y privados se esfuercen en una grata atención para poder decir: al menos me atendieron bien. Algunos funcionarios especialmente del sector público se creen reyezuelos en sus puestos, cuando a la larga son pagados por los desprotegidos usuarios, cuyo poder de negociación, según los planteamientos de Porter, es prácticamente nulo como fuerza fundamental de control.

Siendo los costos de aprovisionamiento de mercancías muy similares en las ciudades mencionadas, no sería una razón válida en la diferenciación de precios, de cuidado en esta época de pandemia y escasez monetaria que obliga a las autoridades a un estricto control regulatorio, especialmente en servicios básicos y alimentos, a lo que podemos contribuir con nuestras denuncias.

A la par del coronavirus crece la especulación y los sobrecostos, en momentos muy muy difíciles que nos llama a estar atentos y solidarios en la distancia para contrarrestar los abusos y engaños de los que quieren sacar provecho de la crisis y la corrupción creciente a todo nivel. Ojo también con los cibercriminales, en internet y medios digitales abundan los vivos con dudosas ofertas y trampas aprovechando su uso masivo actual y el poco conocimiento de algunos usuarios.

Cuestionando gentilmente y defendiéndonos colectivamente iniciaremos nuestro curso práctico de competitividad.

Nota aclaratoria
Las opiniones de los columnistas son de su estricta responsabilidad y no representan la opinión de este portal.

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Publicado por
Luis Alberto Duque Molano

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