Hay temas sobre el futuro de una ciudad que aparecen como difíciles de entender. O que son solo para especialistas. O meramente responsabilidad de los dirigentes. Y es el error de la mayoría de los ciudadanos que se desentienden de estos asuntos, verdaderamente trascendentales, pues se trata del mejor estar de la tierra en la que se vive. Los resultados de esta apatía son después lamentados, porque muchas veces en las decisiones priman los intereses personales de quienes las asumen… y no los colectivos.
Los nuevos esquemas para el gobierno de los municipios -de los cuales trató de manera exhaustiva la Asamblea Constituyente de 1991- son el resultado de las interacciones entre ellos, especialmente su cercanía, pues por el aumento de la población se han fundando nuevas urbes. En nuestro país hay ya 1.100 de estas entidades territoriales, lo que a simple vista parece exagerado pero que dada la extensión territorial no lo es. La mitad de Colombia está deshabitada, pues la Amazonía y la extrema Orinoquia tienen muy escasa población. En Francia, con menos de la mitad de nuestro territorio se cuenta con varios miles de ellos. Casi en la siguiente cuadra… empieza otro diferente.
El desborde de los antioqueños hacia el sur de su original territorio es uno de los mayores aportes a la urbanización, pues abrieron con hacha y machete lo que antes era algo muy parecido al tapón del Darién: el centro-occidente colombiano. La fundación de todos los municipios de esta parte es su obra exclusiva, tales como Salamina, Aguadas, Pácora, Aranzazu, Neira y otros en Caldas. Pereira y los municipios que la circundan en Risaralda. Y Armenia con los del Quindío, que fue el colofón, pues a este lado del río De la Vieja habitaba desde la conquista un grupo humano muy distinto en su talante pero no en sus orígenes, porque ambos tuvieron a España como la cuna de la mayoría de sus antepasados y dieron luego origen a un mestizaje por su mezcla con los indígenas que ya habitaban aquí y con los afro-descendientes traídos como esclavos.
Antes de la expedición de la Constitución de 1991 las únicas entidades territoriales eran los departamentos, los municipios y los distritos. Con su promulgación se abrió la oportunidad para la creación de otras, como las Regiones, las Provincias y las Áreas Metropolitanas. La reglamentación de estas últimas se incluyó en la Ley Orgánica 128 de 1994 y luego exclusivamente por la Ley 1625 de abril 29 de 2013, que en 9 capítulos con 43 artículos trata de los procedimientos para su creación, funcionamiento y extinción. En el Valle de Aburrá existe la que es considerada como la más exitosa, liderada por Medellín y con la inclusión de todos los municipios que la circundan. Y en la margen derecha de nuestro río tutelar funciona otra, integrada por Pereira, La Virginia y Dosquebradas.
Y hace rato existe un “coqueteo” de la dirigencia política de esa Área Metropolitana. Una década atrás hubo una sesión en el concejo de Cartago con la participación del entonces alcalde de la vecina ciudad, quien parece que no sabía en dónde se encontraba y con altanería pretendió amedrentar a los concejales de Cartago, creyéndolos sus subalternos. Y en época más reciente se repitió el intento en la Cámara de Comercio local, dentro de la disertación de un académico sobre tema distinto, pero al final se trató de realizar una encuesta prefabricada, preguntándoles a los asistentes su opinión con respecto a la vinculación de nuestra ciudad a esa área, la que debían plasmar por escrito con la presencia de una funcionaria pereirana… y eso desenmascaró el objetivo real de esa “invitación”.
En la semana que pasó nos cantaron otra de esas “serenatas”, a la que asistió el actual alcalde de Pereira (quien tiene su elección anulada por el Tribunal Administrativo de esa jurisdicción). Las informaciones de prensa no dicen cuáles fueron las opiniones de los concejales -si es que las tienen- ante lo que los pereiranos han considerado como beneficios para nosotros. Independientemente de que los haya, lo cierto es que ese ayuntamiento hace peligrar a nuestra ciudad, por dos razones de mucho peso: la primera, que Cartago perdería su influencia en los otros 17 municipios norteños, que no son siquiera objeto de este coqueteo y que le dan su fuerza y su importancia como la capital natural de nuestro Norte. Y la segunda: la Ley que reglamenta las Áreas Metropolitanas establece la posibilidad de que sean convertidas en Distritos, si así lo dispone en una consulta popular la mayoría de sus ciudadanos. Sumados los de Pereira, Dosquebradas y La Virginia serían mayoría, así todos los cartagüeños votemos por el no.
Y en este caso Cartago, fundada hace 480 años, dejaría de ser municipio pues dicha Ley establece que una vez transformada esa área en distrito… los que la integran desaparecen como tales. Qué tal. Como decía Gaitán: mamola. Ni riesgos. Aunque, claro, no soy tan miope como para desechar alianzas con los habitantes de la margen derecha del río tutelar que compartimos. Pero nosotros debemos -tenemos- que entendernos primero con nuestros otros 17 hermanos, los municipios que tradicionalmente son considerados como norteños. Y una vez unidos en una Provincia -otra de las nuevas entidades territoriales que consagra la Constitución del 91- entre todos comenzaremos “la conversa” con todos esos vecinos, que no son solamente los de Risaralda, sino los del Quindío y hasta los de Caldas.
Espero haber contribuido a la mejor información de los lectores. Se habrán dado cuenta que no es difícil de entender este asunto y que la decisión es responsabilidad de todos nosotros. Y todos no somos solo los cartagüeños… sino los norteños que habitan los otros 17 municipios.
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