Con la incautación de 5.293 kilos de cocaína de alta pureza en el departamento de Nariño el fin de semana, quedó en evidencia el emporio del narcotráfico de un capo de la droga que lleva en el negocio ilegal más de 20 años.
El control de un gran territorio en las selvas nariñenses hacia las costas del Pacífico lo tiene alias el Cuy, un hombre de entre 35 y 40 años, natural de Pasto, quien desde muy joven delinquió para el extinto cartel del norte del Valle y alcanzó a manejar algunos negocios de los hermanos Juan Carlos y Javier Antonio Calle Serna, ‘los Comba’.
“Cuando ‘los Comba’ se sometieron a la justicia de Estados Unidos hace cuatro años, el ‘Cuy’, de forma silenciosa, empezó a manejar la línea del narcotráfico con un bajo perfil, la utilización de emisarios para concretar los negocios ilícitos y el nulo uso de aparatos electrónicos para evitar ser detectado o rastreado”, dijo a EL TIEMPO uno de los investigadores de la Policía que estuvieron al frente de la millonaria incautación.
‘El Cuy’ en este momento mantiene línea directa con los carteles mexicanos de ‘los Zetas’ y ‘Sinaloa’ para el movimiento de cocaína hacia Estados Unidos.
“Sus negocios los maneja a través de mensajeros que viajan a México o vienen desde el país azteca para establecer rutas de envío –la coca la sacan desde las costas nariñenses en lanchas rápidas, cargadas con entre 300 y 400 kilos del alcaloide–, básicamente hacia Honduras y Guatemala”, afirmó el general Jorge Hernando Nieto, director de la Policía Nacional.
Tras cuatro meses de trabajo de inteligencia entre las direcciones de Antinarcóticos e Investigación Judicial (Dijín) de la Policía Nacional, que contaron con el apoyo de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), se logró ubicar la base de operaciones del ‘Cuy’ y los cerca de 100 hombres bajo su mando.
“Estaban estratégicamente ubicados entre los ríos Mira y Güisa, lo que les daba una salida funcional al mar. Además, el ‘Cuy’ tenía sus propios cultivos de mata de coca, su laboratorio para el procesamiento de la hoja de coca y un megalaboratorio para la producción de clorhidrato de cocaína. Llamativo, además, que tenía su laboratorio para producir sus propios precursores químicos, como el permanganato de potasio. Todo les fue destruido”, resaltó el investigador de la Policía.
Con el trabajo de inteligencia desarrollado, se decidió lanzar la operación durante el fin de semana. Desde Tumaco partieron seis helicópteros, dos de ellos Arpía de la FAC, para garantizar el desembarco de 100 comandos jungla que tenían que llegar a los tres puntos de ataque ubicados en la vereda Vallenato, del corregimiento de Llorente.
En el lugar se encontró el megalaboratorio y un rudimentario sistema de cable de aproximadamente 20 metros de extensión, impulsado por una motocicleta y poleas, dirigido hacia una pequeña montaña donde se divisaba una cochera. Ya en el sitio, se percataron de la existencia de otra edificación; allí fueron encontradas bajo tierra las más de cinco toneladas de cocaína.
“A los 20 minutos de haber llegado al lugar, los comandos jungla fueron sorprendidos por más de 70 campesinos que portando machetes les exigían saber de la suerte de dos labriegos que supuestamente habían sido capturados. Los uniformados evitaron la confrontación y se aclaró que los desaparecidos estaban trayendo víveres y que en ningún momento habían sido detenidos”, dijo uno de los policías presentes en el operativo.
La institución asegura que el cargamento de droga avaluado en más de 105 millones de dólares iba a ser movido en lanchas rápidas hacia un semisumergible que se encontraba mar abierto y que trasladaría la droga con destino a Centroamérica, con base en México, y luego a los mercados de Estados Unidos.
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