Fuente: ElUniversal
A Nancy Palacios Mena, la profesora chocoana que ganó el premio Gran Maestra 2015, le dijeron que no servía para la docencia, cuando cursaba el tercer año de bachillerato en un colegio de Quibdó.
Tenía apenas 13 años, pero desde muy niña había decidido que iba a ser profesora. Eso les contestaba a las amigas de su mamá, en el barrio San Vicente, cuando le preguntaban qué quería ser cuando fuera grande.
Por eso se quedó paralizada cuando la maestra de exploración vocacional le anunció que no podía inscribirla en la especialidad de docencia. En ese momento, Nancy Palacios Mena se dio cuenta de que nunca había pensado que podía ser algo diferente a profesora. Además, la maestra de vocacional no había cuestionado su rendimiento académico. “Su voz no le sirve”, le había dicho. Se refería a la manera de hablar algo destemplada y de tono no muy alto que todavía acompaña a la profesora recién galardonada.
La niña examinó sin ganas las otras modalidades de bachillerato que le ofrecía el colegio: ciencias de la salud, comercial y académico. Ninguna le despertó interés. ¡Quería ser profesora! Así que buscó a una de las monjas de La Presentación, comunidad que regentaba el colegio, y le hizo la siguiente propuesta:
– “Hermana, yo quiero ser profesora. Hágame una prueba; y si usted ve que no la paso, yo no le insisto”, le dijo la niña a una de las religiosas.
– “¿Y qué prueba propone?”, le preguntó la monja.
– “Hermana, déjeme yo le dicto una clase”.
– “De acuerdo, Nancy. Vaya prepárese y cuando esté lista me avisa y nos dicta la clase”.
Ese día, Nancy llegó corriendo a la casa de su vecina, la profesora Silvia Rengifo. No conocía a nadie que tuviera más libros que la profesora Silvia, así que le pidió prestados varios diccionarios. “Preparé una exposición sobre las clases de diccionarios. Estudié mucho y después me fui para donde la monja y le dije: hermana, estoy lista para dictar la clase”.
La monja la miró complacida:
– “Entonces la espero mañana a las once. Usted nos va a dictar una clase a la rectora, a la coordinadora y a mí”.
Al día siguiente la niña se paró delante de sus jueces y les explicó que existían diccionarios de dudas, de sinónimos y antónimos, enciclopédicos, técnicos, bilingües… y les dijo para que servía cada uno.
Nancy no sabe cuánto duró su exposición, pero sí tiene presente la sonrisa y el veredicto unánime de las monjas:
– Nancy, usted sí sirve para profesora”.
Tres años después, Nancy Palacios Mena se graduó de bachiller especializada en pedagogía. Además, recibió la mención que el colegio les otorga a las mejores practicantes.
Ya podía ejercer como profesora, pero ella quería prepararse más; así que se fue para Cali y, con mucho esfuerzo, logró estudiar una licenciatura en ciencias sociales. Al terminar se dio cuenta de que para ser una maestra como ella quería, necesitaba más estudios. Así se matriculó en una maestría en Sociología. Poco después de recibir el título de magister, ganó un concurso para ocupar una plaza en el colegio Santa Ana de los Caballeros, en Ansermanuevo, un municipio del norte del Valle.
Desde entonces han pasado casi diez años. Nancy Palacios Mena vive hace dos meses en un segundo piso, en el municipio de Cartago, a donde pidió ser trasladada para adquirir más experiencias. Apenas se está organizando. Todavía tiene cajas sin destapar después del trasteo que hizo desde Ansermanuevo.
En ese municipio, Nancy Palacios Mena desarrolló el trabajo con el cual ganó el premio Gran Maestra-2105, que entrega la Fundación Compartir.
LOS ESTUDIANTES, ¡A LA CALLE!
Su trabajo, denominado ‘La indagación como propuesta pedagógica en la enseñanza de las ciencias sociales’, apunta, en esencia, a formar a los estudiantes como investigadores sociales mediante el aprendizaje de herramientas conceptuales y de trabajo de campo.
En términos simples, la propuesta consiste en elaborar guías con los conceptos básicos de las ciencia sociales y, posteriormente, desarrollar unos ejercicios de indagación. Esto les permite a los estudiantes entrar en contacto con sus vecinos, con habitantes de otros sectores del municipio y conocer de cerca problemáticas como la violencia cotidiana, la drogadicción, el desplazamiento, el sicariato y la violación de derechos humanos.
Nancy Palacios Mena explica que la idea de crear esta propuesta pedagógica nació hace algunos años, luego de que trabajó con el proyecto Ondas, patrocinado por Colciencias, que busca “fomentar la cultura ciudadana de ciencia, tecnología e innovación en la población infantil y juvenil colombiana, a través de la investigación como estrategia pedagógica”.
La profesora Palacios juntó esa experiencia con inquietudes personales, con los conocimientos de su maestría en sociología y con la experiencia de ver el entusiasmo con el que reaccionaban los muchachos cuando les proponía algún trabajo de campo.
“Los estudiantes sentían la historia y la geografía como algo lejano”, dice la profesora. Y era lógico, pues muchos de ellos alegaban que para que les servía conocer dónde estaba ubicado el Mediterráneo cuando el lugar más lejano que al que la mayoría podía ir era Cartago, debido a las difíciles condiciones económicas de muchas familias.
Al principio la impactó el escepticismo de algunos estudiantes ante las perspectivas laborales y de educación. “Uno para ser cañero no necesita estudiar”, dijo algún estudiante que no veía un futuro diferente al de cortar caña en los ingenios vallecaucanos. “Uno para qué estudia si le va tocar cargar canastos en el supermercado”, le dijo otro. “La gente estudia muchos años y cuánto se demora para poder comprar un carro o para poder viajar”, le dijo una niña.
Aunque no fueron explícitos, algunos de los estudiantes hablaron de “formas más rápidas de hacer dinero”. Convertirse en prostitutas, prepagos o distribuidores de droga son algunas de las tentaciones ilícitas más próximas que afrontan los jóvenes de municipios como Ansermanuevo.
Sin embargo, casi todos ellos reconocieron que la educación les proporcionaba un avance muy grande respecto a sus padres, muchos de los cuales no terminaron la educación primaria.
Con esos antecedentes, la profesora Nancy Palacios Mena comenzó a desarrollar su proyecto. Los estudiantes hicieron planteamientos, formularon preguntas, se trazaron objetivos, justificaron sus propuestas, aventuraron hipótesis, elaboraron cuestionarios y salieron a entrevistar a los habitantes de Ansermanuevo.
En los cinco años, aproximados, que duró el proyecto, los estudiantes hicieron decenas de investigaciones. La profesora Nancy Palacios Mena guarda algunas de ellas en una de las cajas de cartón que están sin abrir.
La profesora va hasta el fondo del apartamento y regresa con una caja de cartón repleta de trabajos. Allí hay investigaciones que tienen que ver con violencia intrafamiliar, con la vida de Pablo Escobar, con desplazamiento y con riñas en el pueblo. Esto último ocurre los fines de semana, cuando llegan los campesinos de las veredas y llenan las escasas cantinas de Ansermanuevo.
LAS PROBLEMÁTICAS DE CARTAGO
En ese municipio, a dos cuadras del parque principal, funciona el colegio Santa Ana de los Caballeros. Es un edificio de dos pisos con jardines de veraneras, almendros y astromelias. Jessica Henao, Daniela Nieto y Cristina Echeverry, estudiantes de décimo grado, participaron en los grupos de investigación. Ellas y otros muchachos exploraron las principales problemáticas del pueblo.
La prostitución, los embarazos prematuros y la violencia callejera, por ejemplo. Las impresionó descubrir una madre de 13 años en el barrio Salazar, casos de prostitutas prepago de esa misma edad y fenómenos como el sicariato que, por temporadas, deja muertos por las calles de Ansermanuevo y de los otros municipios del norte del Valle del Cauca, donde actúan miembros de las bandas Los Rastrojos, Los Machos y Los Urabeños.
También se pusieron en contacto con las mujeres que confeccionan las famosas prendas bordadas de esta región y con los cultivadores de café y otros productos. Algunos de los trabajos que hicieron los estudiantes ahora forman parte del archivo de la Casa de la Cultura del municipio.
La directora de esa entidad, Gladys Correa, afirma que las investigaciones de los estudiantes del colegio Santa Ana de los Caballeros, dirigidos por Nancy Palacios Mena, sobre el origen y cotidianidad de algunos barrios resultan invaluables para el municipio, pues no existía ese tipo de archivos.
Además de los testimonios sobre el origen de los barrios, los estudiantes recogieron mitos y leyendas de Ansermanuevo, como ‘El perro del diablo’, ‘El ataúd negro’, ‘La taconera’ o ‘La carretilla de Irene’.
Además del trabajo en los barrios y corregimientos de Ansermanuevo, Nancy Palacios Mena programó salidas de campo a ciudades cercanas para aproximar a los estudiantes a fenómenos citadinos como el urbanismo y hacer comparaciones entre lo rural y lo urbano.
Así llegaron al menos dos veces al estadio Pascual Guerrero, de Cali. Un acontecimiento sin mayor importancia para los habitantes de la ciudad, resultó todo un acontecimiento para los hijos de campesinos y jornaleros, que solo lo había visto por televisión.
“Algunos se arrodillaban, besaban la gramilla, venían a abrazarme y me decían: ‘Gracias, negra, nunca te vamos a olvidar’ ”, cuenta Nancy Palacios Mena con los ojos encharcados.
En otras dos ocasiones se le humedecieron los ojos a la Gran Maestra – 2015 durante la entrevista para escribir esta crónica: cuando habló de los años que vivió en Ansermanuevo y cuando recordó su infancia en Quibdó, jugando bajo la lluvia con sus amigos del barrio San Vicente.
Aunque apenas lleva dos meses en la Institución Educativa Gabo, en Cartago, ya comenzó a desarrollar allí su proyecto. Una de las primeras cosas que hicieron los estudiantes fue salir a la calle a entrevistar personas para detectar cuáles son los problemas más sensibles de la ciudad, y qué soluciones proponen sus habitantes.
Recogieron quejas y propuestas sobre la movilidad en el centro de Cartago, el deterioro de ciertos lugares emblemáticos, como La Isleta y la plaza de mercado, y las invasiones de tierras en zonas marginales de la ciudad.
“La idea es hacer un documento con los hallazgos que hicieron los estudiantes para entregárselo al alcalde, a ver si se logran soluciones a ciertos problemas que son importantes para los ciudadanos”, dice Nancy Palacios Mena.
Por los resultados que ha logrado, no cabe duda de las bondades de su proyecto para fortalecer las competencias de sus estudiantes, encaminarlos por la senda de la investigación social y convertirlos en protagonistas de la vida de sus municipios. Al menos Yéssica Henao, Duván Ibarra, Julieth Tonuzco, Esteban Giraldo y otros estudiantes del colegio Santa Ana de los Caballeros, donde Nancy Palacios Mena sembró la primera semilla, ya piensan que la educación sí vale la pena y que ellos podrían ayudar a cambiar las condiciones del lugar donde viven.
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